Retrato de un Navegante Solitario!!!

RETRATO DE UN NAVEGANTE SOLITARIO

 

MI PRIMER LIBRO

JAQUE AL REY

Un viaje hacia mi espíritu.

Nicolás Helmut Quincke Carriquiry

 

 

 

 

 

 

PRÓLOGO

 

del Poca - Guillermo Querejazu -

 

Miércoles 16 de Julio de 2003

Bar Arocena

Texto escrito a mano en un papel de envoltorio del exquisito y codiciado chivito del famoso paraje de Carrasco, Mdeo., Uruguay.

Un relato que nos inspira sinceridad en sus actos, autocrítica en lo que podríamos corregir, en elevarnos sobre nuestra soberbia que a veces no nos deja ver nuestras debilidades para una vez desde allí, volver a proyectarnos. La importancia que tiene la familia como parte de un sostén que siempre está de nuestro lado, los amigos que siempre están de nuestro lado hasta el fin, la metáfora de perderse de todos ellos en el Bosque de nuestras preguntas y sin embargo como cerrando el capítulo, el reencuentro con el campamento.

Pero uno, ya no es el mismo. Han pasado muchas meditaciones de la luz a la oscuridad, de allí de vuelta a la luz, y descubrir que uno puede salir del pozo para no volver a pisarlo.

Que más allá de los obstáculos, se puede!, Podemos seguir adelante reconociendo nuestras debilidades para volver a encontrarnos con nuestras virtudes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo I

PRÓLOGO DEL AUTOR

 

 

AUTOR O PERSONAJE DE FICCIÓN, entender esto es la clave.

 

- ¡Mi familia!

 

- ¿Qué?

 

¿Qué estoy haciendo aquí encerrado? Era semana de turismo. Estaba en casa intentando escribir lo que sentía.

 

Quería escribir de mis aventuranzas, de mis actitudes, de mis debilidades, de mis gratitudes con la vida sólo para que ustedes sepan que podía hacerlo, aunque sabía igual que debía recurrir a la experiencia de ustedes para desarrollar algunos temas.

 

Quería hacerle saber al mundo, de que tenía amores y desamores, lindos y dolorosos.

 

Quería escribir de todo lo mío. Quería escribir un libro. No sé que pueda significar él para todos ustedes, pero tampoco sabía que significaría para mi hacerlo.

 

Este libro no es de esos que son como para mamá. No encaja.

Aunque si,  se lo quiero dedicar a mi madre más que nunca, porque la quiero con toda mi alma.

Además, así ve en mi lo que quizás nunca quise mostrarle de mi.

Así ve en mi muchos miedos arrastrados de mi infancia.

Así ve bien en mi todo lo que yo no puedo ver en mi.

Así ve en mi lo que soy yo y ella juntos.

Así ve en mi lo bien que me educó y lo tanto que me desvié del camino que ella quería que recorriera.

Así ve en mi lo que realmente me interesa de la vida, que son los valores de ese espíritu infinito que tiene.

¡Mi madre! Se lo quiero dedicar a mi madre, porque así ve en mi que la quiero, primero que a nadie y más que a ninguna otra persona.

La madre es la madre. Es mi “mama mía”. Es la que estuvo a la orden de mi toda mi vida. Es mi vieja del alma que tanto quiero. Es mi tesoro máximo, es lo más grande de la Tierra y con ella ahora sé cuanto valorar y querer a mi preciado tesoro que tengo en casa junto con mis hijos, mi mujer, mi compañera del alma.

 

Si todos fuésemos como mi madre, créanme que no habría guerras. Sólo justicia. Nunca habría víctimas que lamentar, siempre y cuando no se metan con los suyos, con su familia, con sus hijos. Es un ejemplo de madre, que le gusta la justicia. Tiene y mantiene los códigos humanos de la bondad sin nada a cambio. Ella tiene mucho espíritu bondadoso, aunque sea víctima de él. Es única e indiscutible. No hay otro modelo igual, ni semejante.

 

- ¡Disculpame mamá! ¡Disculpame por todo lo difícil que fui y seguiré siendo! ¡También me alegro que hayas disfrutado de lo bueno - poco mucho - que tengo, y querido por eso!

 

La educación es fundamental. Con educación uno puede lograr todo en la vida. Sin ella, creo que nadie puede avanzar más de lo que pueden ver nuestros ojos.

 

La vieja tuvo una educación con bases firmes, sólidas y poderosas. Tuvo la suerte de tener un padrazo y una madraza.

 

Su madre, la madre de mi madre, mi amiga, mi mejor amiga, mi abuelita, es el alma mater de la crianza familiar. Aunque no le dé el tiempo en esta vida, vaya uno a saber, para verme completo y sabio de su cultura, es el ejemplo en vida más poderoso que un ser humano digno de ser culto pueda tener. Una de las mujeres más cultas de las primeras raíces del ser humano. Tiene lo que se dice, la verdadera cultura de valores. Hacedora de nuestras raíces más genuinas, haciendo hincapié permanentemente en hombres y mujeres que forjaron el verdadero destino de nuestros valores y costumbres. El prócer de la patria, José Gervasio Artigas, tiene en ella a una de las más fervientes admiradoras de su causa.

 

También tengo al alma mater de la mano firme en la familia, mi abuela paterna. Una persona de gran temple, bondadosa e inteligente. Relación de la cuál aprendí el temple de: “la mirada del otro de lo que uno mismo dice.” Esa mirada firme, no dando a lugar a simples o rebuscadas excusas, me llevó a buscar argumentos que soportaran lo que decía y además debían de cerrar desde el principio, de lo contrario si eras merecedor de su educación te cocinaba sin decirte una palabra, se sinceraba y eso te fusilaba. Esa enseñanza no me la impartió a los veinte años, sino desde que nací. ¡Que abuelaza!

 

La verdad, no me puedo quejar con mi familia. Tengo una de las mejores familias del mundo.

 

Con este libro, puedo entrar en la duda de muchos de ustedes.

De si sirvo para algo o no sirvo ni pa perro, o si sólo soy igual a una hoja de un árbol eructo de la tierra.

De si estoy viviendo experiencias de vida y tomo conciencia, o estoy loco como una cabra y no puedo transmitirle nada bueno a un niño, ¡pues no le voy a decir que siga a una cabra! Está bien que no sea pastor, pero tampoco soy bobo. ¿O lo soy?

En realidad no voy a saberlo hasta que me lean o hasta que crezcan mis hijos, que desde el bendito día que nacieron pasaron a ser la única y verdadera razón del por qué de mi continuo aprendizaje de la vida y el motor literario en este libro.

 

No sé si mis hijos serán amigos de sus hijos. Lo único que saco de esto, es que procuraré de que mis hijos puedan ver mis virtudes y defectos con total transparencia. ¿No es esto lo que usted quiere para los suyos? O,

 

- ¡quizás no! ¡Cada uno tiene su por qué!

 

Mis hijos se equivocarán una y otra vez, pero espero que sepan acudir a mi para que les hable de una y otra cosa. Eso es lo que quiero saber con este libro, que tantas experiencias hay que vivir para demostrarle hoy a un hijo los argumentos del qué pasará mañana si elegimos un camino u otro. Si tu hijo puede saberlo sin vivirlo sería Dios, pues es el único que vive la que hacemos todos. Es bueno cuando todos podemos ser Dios.  Lo que intento decir es que nadie puede ser Dios, pero si se puede transmitirle a un hijo que Dios puede estar junto a uno si uno está con Dios.

Pues, tu hijo sólo vive la de él, y la de él eres tú, como también todos los que lo rodean. A quién le vamos a mentir, a tu hijo o a “ti mismo”, pues yo no quiero que se le mienta u oculte la verdad de las cosas, yo sólo quiero que tu niño cante y juegue como un niño junto a ti hasta que abrace al mío. ¿Por qué no? ¡Claro que si!

 

No quiero pecar de sabio tampoco.

Les diré a mis hijos que acudan a ustedes para que expriman cada aspecto de su personalidad, para que se acerquen y se lleven el mejor ejemplo de vida - de lo que cada uno domine.

 

Debo de tener bien claro cuáles son mis limitaciones y debo de advertirles a ellos que las descubran cuánto antes. Creo que por esta razón escribo, más por mi que por ustedes.

 

A un hijo le diría que, en la vida, no importa cuán mal se hagan las cosas, lo importante es que todos den lo mejor de sí con la menor cantidad de tropezones y caídas. Tampoco es bueno caer mal siempre. Hay que sentir la caída pero también sentir a alguien que te ayude a comprenderla. Hay que sentir el dolor de la caída, pero que no te atormente tanto, sobre todo para darte cuenta rápido de tus errores y más aún de tus oportunidades.

 

- Para ustedes, hijos míos y del mundo. Aprendan, y enséñenme mucho.

 

¡Este cuento de vida es para ustedes mis hijos! Para ti Toto, mi chiquito del alma, puro y auténtico, hijo mío hasta la médula, aunque sepamos bien - quién es y será siempre - tu divino padre; y para ti Isidoro o como te llames, por ser la nueva cruza, que no truca ni retruca, pero sos el producto mágico que vibré con todo mi amor.

 

Si la Luz no fue lo suficientemente clara y la oscuridad no pudo convencernos aún de sus verdaderos y contradictorios objetivos, esta relampagueante escenificación del que hacer diario de cada uno, nos mostrará por qué no nos queremos convencer que somos discípulos de nosotros mismos.

 

Les narraré la historia de un muchacho, que tuvo que sufrir mucho antes de que se diera cuenta de esta enseñanza. Yo a este muchacho lo conocí; y creo saber - que por más perdido que ande - sigue andando y hasta en algunos momentos podemos juntar almas sin darnos cuenta de que somos solo uno, muchos y ninguno.

 

La historia está basada en hechos que pude haber vivido, pero nunca viví. Todos los personajes de esta historia son ficticios. Por más que uno se haya basado en la experiencia vivida, nada de los acontecimientos relatados en esta historia son verídicos.

 

Más allá de que la narración de los sucesos y aventuranzas de Lucas - el personaje principal de esta historia - tiene o parecen tener por momentos rasgos de una personalidad multifacética y transgresora en el relato, se debe sólo al hecho de que el mensaje que se intenta transmitir en el libro es que en todo individuo puede existir la Luz, la Obscuridad, un sabio que nos marque el camino o una flaqueza de nuestro espíritu en determinada situación de la vida. Cuando se le busque una interpretación real a la ficción que narra el autor en este libro, siempre existirá algo que criticar ya que así debe ser, pero la idea es hablar y sincerarse de algo que pasa afuera, pero también en cada uno de nosotros mismos. La intriga que le genere esta lectura, de cuánto hay de verídico y cuánto inventado, será solamente suya; pues la verdadera historia de este relato, es no hacerse ninguna historia más que consigo mismo, pues somos todos culpables y responsables de mejorar el mundo en el que vivimos. O sea que, si no querés encontrarte ni con la Oscuridad ni con la Luz no leas este libro.

 

Quiero agradecer a todas aquellas personas que me ayudaron a realizar el libro; o sea, todas las que se me cruzaron, desde los muchachos que me dieron una mano en la investigación, que todavía luchan por su vida contra todo tipo de droga, sea cocaína o egoísmo, pasando por mis queridos amigos los perros, que tanto me han enseñado de la vida impulsiva y espontánea de la gente, hasta mi querida y adorada mujer, que dicho sea de paso, se ha bancado todo sin chistar, siendo la inocente más tocada y afectada en el proceso de mis relatos. ¡No quedan en el mundo personas tan buenas e inteligentes para vivir la Vida Misma, y ¡gracias a Dios tengo una en casa!

 

Creo en el amor, pero no en el imaginario, sino en el verdadero, el que perdura para siempre. Esto es un contrato de fidelidad; y no uno de fidelidad al título, sino de fidelidad a los sentimientos reales de nosotros mismos. Si alguno se da cuenta tarde y/o se equivoca no importa, lo importante es que el amor es lo único en la vida que no se puede ocultar ni desechar, ¡cuando viene viene!, ¡cuando está está! ¡Chiquita mía!, te quiero, y este librito será mi contrato de amor hasta que la Sra. Muerte se encargue de consolidarlo más aún. ¡Amor por Siempre Amor! ¡Amor que no me deja ni me quiere dejar! ¡Amor del que me puede llegar a golpear duro si yo no lo nutro!

 

- ¡Por nuestro contrato de amor! ¡Por lo que somos los dos juntos, unidos por los mismos ideales!

 

Este es un libro dónde toco temas fuertes, tratando de llegar a los lectores a través de sucesos cotidianos que enfrentamos día a día, sin saber mucho cuáles son los verdaderos límites del ser humano y cuán cerca estamos entre el bien y el mal, reconociendo que mucho de lo que pasa ahí, ni siquiera yo lo sé, pues tampoco sabe tanto aquel que sin experimentar igual habla.

El Uruguay está lleno de críticos detés, y yo no soy la excepción a la regla, ni siquiera uds. que en este momento literario - me conozcan mucho o poco – critican y criticarán en el divino pecado de prejuzgar, que se mezcla con la propia crítica personal de analizar mi texto o mensaje que transmito acá.

 

La última reflexión que me queda de este trabajo es que siempre hay tiempo para enderezarnos, por más que nos desviemos del camino y no encontremos la salida, no importando quién y por qué se encuentre uno en dicha-Des-dicha.

Por ende, siempre hay tiempo para perdonarnos.

 

 

Les agradezco a todos ustedes dicha-Des-dicha y las fuerzas para enderezarme de cualquier tormenta. Les agradezco de corazón, y esto sin perdón ni son. Gracias por lo que he aprendido,

Yo, Nico.

Y no Lucas,

aunque tú quieras creerlo para siempre.

 

 

 

Igual,

no es lo que interesa.

 

Sólo tú,

- Luz de mi vida -

Sabrás cuál es mi destino.

 

Sólo tú,

y el que quiera,

serás tú quizás el Retrato de un Navegante Solitario.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO II

LUCAS Y LAS PREGUNTAS DE SU VIDA

 

 

 

 

 

Soy Lucas. Me estoy yendo de campamento con mis amigos este fin de semana. Ya tengo todo preparado para llevar todo - menos todo lo que estoy dejando acá en Montevideo. Espero que no me olvide nada importante.

Mis amigos siempre fueron el reflejo de mis actitudes de vida. Hoy sé que no hay amigos sin familia.

Lo mejor que me pudo haber pasado en mi vida, ahora, era la flaca y todo el mundo nuevo que me quedaba conocer de ella.

Mi familia y la familia de la flaca era mi vida.

Pero, mi familia tenía que ser única. Debía concentrarme en armar una sola familia, toda Una.

 

Todo tendría que cerrar, absolutamente todo; por lo pronto, lo que me estaba sucediendo y no era tan aceptado por la sociedad, empezando por mi propia madre.

 

Mi vida no era la que había planificado en un principio. No era la situación ideal de familia que uno idealiza desde chico, no era la situación de vida que uno quiere para sus hijos. En este momento, por todo esto y mucho más, no tenía la conciencia muy tranquila, por más que yo trataba de aceptarlo como algo del destino.

 

¿Me habría jugado una broma macabra el destino? Luego me daré cuenta que todo es parte del proceso de aprendizaje de vida.

 

El único problema era que no quería hacer nada al respecto. Amaba todo lo que Dios no aceptaba. Amaba a una mujer separada, pero casada por iglesia. Amaba a su hijo como propio, y lo mejor de todo era que estaba esperando uno mío. Quizás lo haya buscado sólo para tener una excusa con mi conciencia, para salvar mi alma; o sea, para seguir conversando con Dios sin temor de su advertencia acá en la Tierra.

 

Pero saben que, no me arrepiento de nada. Actuaba, en el error o en el acierto, con el corazón, y sólo Dios sabe que es así. A la flaca la quiero con toda el alma.

Mi familia era...

 

¿Mi familia?

 

CAPÍTULO III

CAMPING MASTER

 

 

 

 

 

Cuando era gurí y tenía sólo diez años, decidí aceptar la idea de que mi vida no iba a ser la misma que la que estaba planeada cuando mi padre aún vivía.

En aquellos tiempos, fines de la década del 70, el mundo vivía a un ritmo más lento que el de hoy día y esto en Uruguay era mucho más notorio que en otros países. En estas latitudes de Latinoamérica los avances empezaban a llegar del norte, en forma retardada pero llegaban. En los años 80 el país se dirigía hacia una innovación cada año más acelerada, sin mucha pausa.

Los almacenes de la ciudad comenzaban a atender a su clientela con menos familiaridad, con más rapidez. El mundo iba camino al supermercadismo concentrado de productos.

Y esto no era sólo un tema de los almaceneros - que empezaban a quedar chiquitos y sin posibilidades ante unos Gigantes que comenzaban a hacer pesar su Inmensidad de Mercado, beneficiada por la afanosa carrera por comprar barato en inmensas cantidades -, sino que también estaba la preocupación de las ambiciones mal canalizadas del pueblo que se estaba despertando de ciertas incomodidades y comenzaban a saber otras cosas que sucedían en el mundo, como el Capitalismo - lo más perfecto de lo imperfecto hasta ahora. Después de los años nos comenzamos a dar cuenta de esas imperfecciones que a la larga terminaron destruyendo lo poco artesanal que iba quedando en este Nuevo Gran Mercado. Yo a veces me pregunto si el mundo no estaría en ese momento gobernado por la “inteligencia mundial” única y dictatorial, no pudiendo hacer mucho al respecto.

 

Creo que eran tiempos en los cuales ya no se discutía tanto el capitalismo, si se seguía discutiendo el comunismo ya que en América mirábamos a Cuba y a Rusia de reojo.

Por los tiempos vividos en el reciente pasado de golpes de estado y dictadura, se comenzaba a transitar en una conciencia de proteger cosas como la libertad de expresión por ejemplo. En ese siglo, íbamos de dictadura a democracia y de democracia a dictadura, y todavía teníamos muchos presos políticos injustamente encerrados y muchos otros sin pagar sus penas que seguían cegando almas inocentes sin piedad de la conciencia humana.

Para peor, y es justo reconocerlo, cada vez que el pueblo opresivo quería protestar, bien o mal, se acercaban los del norte a discutir nuestra democracia sin que nos enteráramos y sin pedir permiso de ningún tipo, advertidos y llamados por los propios criollos que creían que el sentido revolucionario podía propagarse por todo América si dejaban todo como estaba. Y por miedo a eso era que acudían a la Inteligencia Capitalista del Norte para resguardar “la Democracia” y espantar ideas nuevas que podían generar un cambio conflictivo en la sociedad.

 

La verdad es que esto es sólo lo que pienso, pero no lo puedo afirmar ni me interesa mucho averiguarlo. La cuestión es que podríamos vivir en un mundo más integrado y menos controlador de gobiernos y culturas – dónde todas pueden estar adaptadas al modelo mundial que propone esa verdadera potencia mundial que yo llamo: “inteligencia funcional”.

 

Después de la muerte del viejo, cuando tenía sólo nueve años, sentí un gran abrigo de la gente - allegada y no tan allegada -. En esos tiempos me prestaron mucha atención, más que nada por cómo iba enfrentando y canalizando todo. Me hacían muchos gustos, y más aún porque era uno de los chiquititos de la familia. Era el sexto hijo de 7 hermanos. Era un pendejo muy mimado.  Las personas cercanas me hacían sentir mucho su compasión por esa tremenda pérdida que sufrimos, la de papá, cosa que trataba de eludir a toda costa.

Como era natural, me penetró mucho el dolor de la ausencia de uno de los seres más preciados. Tuve que luchar contra eso. Nadie me dijo que no lo haga, que no luche tanto, o no lo recuerdo. El orgullo de que me vean fuerte – todo por las apariencias - me ayudó a fortalecer una personalidad de satisfacción personal necesaria para mostrar ante los demás, pero eso también me hizo daño. Todo lo que intentamos resolver de chicos tiene sus consecuencias buenas y malas, aunque lo importante es seguir creciendo con libertad para poder enfrentarlas e ir reconociéndolas para seguir encarando las otras que están por venir.

Recién ahora puedo ser un poco más consciente que la satisfacción personal no se adquiere solo con la aprobación de los demás, sino con la propia. Creo que esto me ayudó a fortalecer mi ego y con la familia que tenía el espíritu. Esto me condujo a seguir modelos que me ayudaronm mucho. Todo lo malo tiene algo bueno. Lo que no mata, fortalece. Elegí equivocádamente y acertádamente cada uno de mis pasos y mis ídolos, protagonistas principales de mi vida, tratándome siempre de ver reflejado en ellos y con ellos, y la marca – aprendizaje - en mi, quedó para siempre.

 

De mi vida fui sacando a uno y a otro, queriendo una cosa y después otra, sin poder asentar bien mi verdadera personalidad ya que ni yo sabía cuál debía ser. Estuve perdido mucho tiempo en esa infancia, que igual fue maravillosa. Y, ¿quién más que yo - en este momento – sé que fui una persona inconstante y con personalidades inconclusas? ¡Me arriesgaría a decir que lo seguiré siendo siempre!, pero lucho todo el tiempo por cambiar al menos algo de lo que no está bueno día a día.

 

Pasaron los años y pasé por un proceso, largo en tiempo como todo el mundo, pero acelerado como muy pocos. Viví muy intensamente en poco tiempo. Me comparo con el Cabo Polonio, un lugar sin calles, que de a poco y muy cada tanto va sumando alguna calle y esto creo que a casi nadie le gusta, ni a los mismos que hacen esa calle para llegar a su propio destino. Sabemos que nos hacemos mal a costa de alcanzar algo, quizás la madurez, pero si no lo hacemos no podemos disfrutar ese algo que estaba delante nuestro, como puede ser la vida misma.

A veces, uno no quiere crecer para no ver las cosas como son, sobre todo aquellas que no quiere ver. He vivido cosas que ni siquiera me da para contar en este momento porque son lecciones de vida que no quiero volver a tener jamás, aunque reconozco que de la misma piedra siempre algo más se puede rascar.

La verdad, es que aprendí siempre a los golpes, una y otra vez. Siempre fui muy calentón, justiciero y peleador. Nunca dejé de demostrar que era fuerte, aunque lo único que hacía era demostrar mis debilidades y mi inmadurez a lo largo del proceso de adolescencia, como muchos de los adolescentes rebeldes de toda época.

 

- ¡Lucasio! ¡Lucas! Está el asado pronto, vení pa cá. – ¡Desperté de pronto de mis tímidos y profundos pensamientos! Caí rápido de mi colgadera de siempre. Mi cabeza estaba permanentemente en otra cosa.

Es que era uno de esos camping master que solíamos hacer con los muchachos y nos fumábamos todo. ¿Fumábamos dije? Sí, de todo un poco.

Estaba claro que éramos una banda de pendejos de mierda, atorrantes, hijos de mamita, malcriados e inmaduros. Estábamos para la joda total. Hasta nos codeábamos con productos que ni sabíamos que tan dañinos podían ser. La droga todavía ni siquiera había producido ningún estrago en nuestras vidas y menos en nuestros cuerpos jóvenes. No sabíamos nada. Teníamos toda una vida por delante y la vida no nos había pegado un cachetazo demasiado grande en ese sentido como para detenernos a reflexionar en ello. Sólo queríamos pasarla bien, que no nos faltase nada en ese lugar natural espectacular.

El lugar exacto de nuestro camping era en la desembocadura del arrollo Negro con el Río Uruguay, frente a la ciudad argentina Concepción del Uruguay. La fotografía de esos paisajes, en ese enorme valle de corrientes de aguas impresionante, todavía no está escrita. Un lugar único, con un entorno realmente indescriptible, armonioso y grandioso. Nos sentíamos muy chiquititos dónde estábamos.

 

Había sentido los gritos de resurrección en mis tímpanos una y otra vez que me pegaban mis amigos. Pero seguía colgado en mis sueños. Era un soñador, toda la vida lo fui, y creo que nunca lo dejaré de ser, aunque ahora quería transformarlos en parte real de mi cuadro de vida en vez de tratar de ser parte de ellos, como pidiéndole permiso a la suerte. Era como que quería seguir soñando pero despierto, quería disfrutar más de esos sueños, quizás hacerlos de una vez por todas más reales, que me pueda despertar y seguir dentro de esos sueños. Sólo cuando soñaba algo feo me quería despertar y enfrentar la vida sin esas pesadillas.

 

El Río Uruguay, uno de los más lindos del mundo. Era un impresionante río virgen, sin explotar. Siempre pienso que deberíamos de ocuparnos más de los impresionantes recursos naturales que tiene nuestro rico país en materia fluvial.

 

- ¡Lucasioooooooo! – gritó el Macaco.

- Voy. Ya voy boludo. ¿No pueden estar sin mí, no?

- Dale.   Si no viniste, ¡perdisteeee!

- ¿Cómo está ese asado? – dije sólo por contestar.

- Bien. Vení, fumate este porro. Está nevado Lucasio. – Me dijo Rape mientras saboreaba un hueso de la tira con las manos.

- ¡Fa!, Que rico que está, pero no quiero más. Estoy de la cabeza. Si sigo fumando termino bobo.

- Porque ahora... ¡estásss tan bieeeeen! – dijo el Viejo.

- No sé, pero... ¿no miraste a Tu-caris? ¡Estás divino! – dije sonriente.

- No boludo, estás fuerte en serio. Jajaj – me volvió a decirme el Viejo, como para quedarse con la última palabra.

- Gracias papi. Ya no hago favores, cobro y en efectivo, pero soy caro y por suerte vos no llegás a cachè ja – contesté.

- A mi no quiero que me hagas ningún favor, pero a Rafa si, que no la moja hace ya un rato. ¡Qué salado está! ¿Ehhh? – decía el Viejo sarcásticamente.

- Juajuajau juajuaajua juaajuaj juuuuuaaaaaaaaa

- Jajajja jajjan ajsajaj – se escuchaban risas que venían hasta de los pescados que saltaban en el río.

- ¡Callate pelado! Preguntale a tu hermana que sueña con esta. – Chilló Rafa mientras exclamaba una sonrisa irónica.

 

Mientras, los Stones seguían sonando, vaya uno a saber de dónde y con qué instrumentos, nosotros seguíamos hablando irónicamente sin darle un sentido a la conversación. Éramos una banda de amigos que estábamos de camping, felices de estar juntos y lejos de los nuestros.

Y los Stones estaban como locos, estaban con nosotros. Mick ya no sabía que muecas más hacer, ni por qué tocaba y cantaba sin parar. La batería de Charlie se hacía sentir fuerte cada tanto en nuestros tímpanos, mientras Keith y Ron estaban bobeando al lado del fogón como si fueran uno más del camping master, saboreando un “vodka on the rocks”, y de la mente. Ahí me di cuenta que los Rolling no tenían un contrato por tocar, sino que estaban dentro de mi cabeza y brillaban por su ausencia. Ya no sabía ni con quién estaba, estábamos todos de la mente.

 

- Fua. ¡Booo...! Como está esto, de chuparse los dedos. – Dije murmurando para mis adentros.

- ¡Lucas! – Exclamó Tito. - ¿Seguís en negociaciones con el negocio?

- Si, pero no quiero hablar demasiado del tema ahora. Pero si... si... sigo buscándole la vuelta. Te diría que viene todo bien, pero nunca se sabe. ¡Viste cómo es! Hasta que no se firme no hay nada seguro. Igual creo que este es mi año. Guita, deporte, familia y amigos. ¡Este año no me para nadie!

- ¡Essso Lucasio!

- ¿Qué hacemos? – Interrumpió la Hiena Loca. – Podemos hacer una caminata pa la desembocadura y hacemo playa y miramo a todas las nenas que bajan de Concepción. ¿Qué les parece?

- Dale. Yo te acompaño. – Dijo el Ruso, con su típico acento más alemán que ruso. Al Ruso le gustaba siempre prenderse en todas. Era como un niño bueno y pacífico, que siempre lo convencíamos muy fácilmente. Era muy buen tipo, pero incapaz de sellar bien su personalidad. Iba donde los problemas no lo alcanzaran, y cuando algo le perturbaba se ponía muy nervioso y lo canalizaba para cualquier lado, a veces hasta diciendo algún disparate espontáneo. De todos modos era fácil de controlar. Era bueno ese Ruso, nos reíamos mucho con él.

 

- ¿Nadie más viene? – Preguntó la Hiena.

 

En ese momento no se escuchó más que el ruido del agua que hacía ondas pequeñas en la orilla del río, el crujir de las brasas del fuego y la suave brisa otoñal que nos zumbaba los oídos. Se hizo un silencio involuntario, pero envolvente y gratificante a la vez, que uno no quería que se acabe jamás. Nuestras cabezas flotaron suspendidas en nuestros propios pensamientos sin saber por qué lo hacíamos exactamente.

Luego de unos instantes, comenzamos a apreciar el silencio y temíamos que se rompiera. El ser humano no puede terminar de disfrutar nunca sus momentos totalmente complacido, y por ende también siempre termina ese exquisito momento de silencio.

 

El Sr. Silencio es el único que no pide permiso para entrar en acción y cuando entra no se impone jamás, deja que los mismos actores resuelvan cuando salir de escena.

El Silencio es uno de esos elementos de la vida que nos da mucha sabiduría. Si este no existiera, la comunicación no tendría sentido alguno. Uno siempre termina sacando sus propias conclusiones en el silencio. El silencio se puede cortar en cualquier momento, pero nunca evitarlo.

- ¡Eeaaaahhhhhhh! – Gritó el Macaco, aturdido ya del silencio que nos estaba imponiendo su respeto hacía ya un rato. - ¡Qué lindo! Hiena, yo te acompaño. ¿Vamo hasta ahí Roca?

- ¡Eeeaaaaiiiiiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! – Ahuyó el Rocket. Un personaje poco común. El Roca, era uno de esos locos del silencio, que cuando necesitaba descargar sus energías acumuladas: ¡ojo al gol! Creo que esto, más que por su personalidad fuerte, era por su propia inseguridad de entrar en escena. Parecía tosco, pero el encare lo tenía bien claro y rara vez fallaba. Era pro joda y de la buena. Es uno de esos sujetos que me gusta que esté siempre en las reuniones de amigos ya que era diversión asegurada. Te motiva sólo el hecho de que esté y tire alguna opinión disfrazada de broma.

- ¡Vamo! ¡arrrrrrriba! – dijo el Chinche.

El Macaco y el Chinche eran los participantes más expertos en esto de los masters after after, como le llamábamos a los campamentos desgastadores. No se perdían un solo momento fiestero. Llegaban a los masters after after y no se iban del centro de reunión jamás. Si se iban se notaba.  Siempre se quedaban hasta lo último de lo último. Despedían a todos cada vez que había una joda, no paraban. Siempre que dormíamos con ellos y despertábamos - estaban ellos hablando en un idioma únicamente conocido por ellos, totalmente deformes y a carcajadas al lado del fogón o del lugar más confortable.

Siempre los campamentos – los Masters – eran a morir. Después de un master como éste se necesitaba por lo menos una semana para llevar la mente y el cuerpo a su estado natural. Realmente, había que asegurarse de que la semana posterior a un master no tuviéramos agenda completa y menos que sea complicada. En realidad, no importaba nada, se iba al master y luego que sea lo que Dios quiera.

 

- Bueno... Vamos a comer tranquilos un momento, hacemos sobremesa y partimos todos a ver las cachorritas. ¡Tranquilos! ¡Sin apuro! – Acotaba yo, mientras prendía un La Paz sin filtro acomodando mi cuerpo como para tomar una posición de reposo.

 

En eso, se hizo un silencio general. Ni los pájaros se atrevieron a abrir el pico. Era como si todo el mundo estaba pendiente de que ocurriera algún suceso extraño. ¿Alguna bomba atómica quizás? ¡Algo iba a acontecer, no sabía qué! Pero nada, nada de nada pasaba. El cielo se transformaba de un color a otro. Las nubes iban y venían, como si retrocedieran de algo que las amenazaba.

En definitiva, la colgadera del momento permanecía sin saber por qué. De vez en cuando, algunos nos levantábamos a retirar algún pedazo de carne de la parrilla. Alguno que otro se levantaba a mear. Otros fumaban las últimas tucas de la noche anterior. Se escuchaba alguna carcajada silenciosa, como no queriendo matar ese momento de sintonía con la naturaleza. Nadie hablaba. Las miradas nuestras estaban en cualquier lado, pero nuestras mentes divagaban por las galaxias. Cada tanto alguno amagaba a interrumpir con algo, pero inmediatamente recapacitaban ante el acto ceremonial de la reflexión generalizada. Hasta que...

 

- ¡Peeaaaaaaaaaah!, quedé de la panza mismo. Mejor me voy a tirar en la colchoneta un rato, hace calor y de repente agarro un poco de color para el invierno. Avísenme si se van a la desembocadura, capaz que me prendo y de repente alguna nena argentina me pasa la cremita je. – dije resignado a la pereza que me dominaba, pero haciendo mucha fuerza decidí encaminarme hasta esa ansiada colchoneta.

- Andá tranquilo que te avisamos. – contestó el Rape.

- Si, no te preocupes que yo te acompaño, de aquí a que pueda mover un músculo tengo como una hora. – Dijo Rafa que parecía un ballenato tirado en la arena.

- ¡Ojo no te coman las pirañas! – Apareció, luego de la corta larga siesta de la complicada noche de ayer, el organizador y estratega de masters, el master de los masters, el number one de todos los top masters del mundo entero, la querida Malandrina. ¡Qué ficha!

- ¡Master!

- ¡Master Master! – alardeaban todos.

- Massssteeeerrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!!!!

Siempre se despertaba con una sonrisa de pícaro entre dientes. La querida Malandrina, o sea el Master, entró calladito en el fogón, miró un segundo lo que tenía para embutir, se inclinó ante la parrila y pinchó con el tenedor un pedazo de pata de cordero para ir incando el diente y llenando panza, panza que estaba vacía desde hacía casi 24 hrs. ¡Un demonio!

Mientras se aprontaba para levantar su delgado y flaco cuerpo inclinado ante la parrilla, sondeó al grupo con la mirada por arriba de sus hombros con una sonrisa complaciente y pícara. Se sentó en un tronco a un lado del fogón y mantuvo esa sonrisa pícara. La brisa llevaba el humo hacia su cara y se mudó con su tronco hacia otra posición más alejada.

 

Y así pasábamos las horas interminables. El tiempo parecía que se iba volando, pero uno preguntaba la hora y lo primero que pensaba era en todo el tiempo que quedaba de joda y parranda. Todavía quedaba la noche. Todavía quedaba todo tipo de aditivos para todo tipo de estado que uno quiera agarrarse. El tema que si no estabas siempre atento a la jugada uno sabía que podía quedar por fuera de algún estimulante o por lo menos de aquel que ya se sabe que es perturbador tenerlo, pues cuando se empieza no se para y cuando ya estás duro se te acaba. En el master no había reglas, te dormías a una hora impropia y podías quedar fuera de juego. Uno, después de tantos años ya sabía cuáles eran los movimientos y los actores que no había que perder de vista antes de la última jugada. Igual uno ya hacía los acuerdos verbales antes de que los actos sucedan, se conversaba mucho antes de cada movimiento, se compraban a los jueces y se pinchaba la pelota si era necesario. En un master todo se podía. Eramos todos grandes bandidos, o eso nos creíamos. Lo más interesante de estos camping masters era que todos nos sentíamos unidos y hermanados, aunque hacíamos cosas que no hacíamos en la ciudad habitualmente, nos sentíamos protegidos por lo distante que estábamos de nuestras responsabilidades laborales y familiares. Casi todo era legal en un camping master, no importando ni juzgando el estado de nuestras mentes y cuerpos concebidos y jerarquizados a un nivel que era inminentemente insostenible en la rutina de la ciudad donde se asentaban nuestras familias.

 

Cuando llegué de mi frustrada siestecilla en la colchoneta, todo seguía a un ritmo de resaca con síntomas de sospecha. No faltaba nada ni nadie en la ronda. Ya se veía al equipo preparado para una nueva batalla. Por lo que pude rescatar de algún diálogo de ademanes supe que la pastillita en algunos ya estaba haciendo efecto y otros se preparaban para la clásica pala, palo que se sabía empezaba ahora y terminaba mañana - ¡vaya uno a saber cuando! Momento esperado para muchos, que se hacía rogar más que nunca.

 

- ¿Cómo viene la mano hoy Master?, ¡avisame que te sigo! – yo decía tanteando tímida y respetuosamente, ya que no había aportado un solo níquel para la vaca clásica de estupefacientes.

Al no escuchar respuesta alguna, volví a la carga:

- ¡Bo, miren que mi plata del festejo la ponen entre el Niño Diabólico y la Malandrina, que me deben la del otro día. No quiero ser atrevido, pero quiero algo del motín y ¡ahora mismo! – dije como reclamando mi lugar.

- ¿El Niño? Andá buscando otro financista que no sea ese nene diabólico. Al Niño no le cobré ni lo de él. – aseveró concluyentemente el Rafa.

- Bueno, está bien, bancame vos entonces.

- No, yo no tengo. Pero ta, vemos. Creo que de la vaca sobró guita, saco de ahí.

- ¡No! Esa guita es mía, banqué toda la nafta y los peajes de la ida y además hay que poner combustible pa la vuelta. – saltó el Ruso, ni lento ni perezoso cuando de plata se trata.

- Bueno, no sé... que alguién me ponga y cuando se decidan me avisan y después arreglamos. Ahora quiero combustible para llegar a otro puerto que no es Montevideo precisamente – dije.

- Dale... ¡no jodan más! ¿Qué quiere, Lucasio? No se me ponga nervioso. Tranquilo, hay todo. – interrumpía el Master mientras sacaba el surtido de drogas que llevaba en un bolsito de viaje. - ¡Eeaaah! – mientras hacía el aullido me mostraba todo su surtido con las manos.

- Quiero de todo un poco, pero para empezar un pedazo de tripa y faso.

- Tomá Lucasio y no llores más que hay pa todos – dijo el Master, mostrándome un botiquín lleno de estupefacientes de colores.

Agarré un pedazo de cartón y lo corte en dos. Me tragué medio y pasé la posta.

- ¡Para! ¿Quiénes tomaron ahora?, porque tenemos media dosis para cada uno menos la Chinche que se tomó un cuartito anoche. – concluyó el Master.

- ¡No jooodas! ¡Eeaaah! – replicó la Chinche, como no dando válida su conducta del día anterior y aludiendo como si hoy se empezara de nuevo desde cero. Siento por los que anoche no tomaron, anoche fue anoche, hoy es hoy y todos arrancamos de cero – acotaba la Chinche.

- Y buehhh, ¡que va a ser, Chinchazo! Salvo que te salve alguno por ahí. – dijo el Master siempre con tono de farsa, y antes que alguien diga nada se tragó como un verdadero master su correspondiente porción de dosis alucinógena. – Eeaaaaaaahheeeeaaah!!!!  Ham!!

- Bo, bestia. ¡Master zorete! – protestó el Chinchazo, acompañado de risas y jua juas que se oían venir del fogón.

- ¡Bo! Dame eso que divido bien las partes. – decía el Chinche.

- ¡Nooooo!, ¡Nooo!, ¡No!, ¡Nnnnones no! Juajua juaj – Exclamaban todos.

- ¡Chinche! Yo te doy un poco de la mía, yo no voy a tomar todo. – comentó el Macaco que estaba tirado como si no fuera parte de la conversa, pero con el oído atento a todo lo que iba aconteciendo.

- Gracias master curú juajau juajaujau – tirándose arriba de éste y revolcándolo duna abajo hasta llegar a la orilla del río todos llenos de arena y cagándose de risa.

Después de unos cuántos minutos, cuando éstos subieron arriba nuevamente descubrieron que ya todos habían tragado su dosis.

- ¡Tomen hurracas diabólicas! – dijo el Master pasándoles tres cuartos de tripa. - ¡Esto es lo de ustedes! No lo tiren a la arena porque no hay más.

- Gracias Mastersssss. – contestaba el Macaquito, agitado por el trajín de la subida a lo alto de la duna nuevamente, todavía con una sonrisa de resignación pero de aceptación a la vez.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO IV

PERDIDO EN EL BOSQUE DE LOS TEMORES

 

 

 

 

El fuego del fogón ya se estaba quedando sin llamas. Me dispuse a ir a buscar más leña al monte y me prendí un faso húmedo. Me fumé una y otra pitada hasta llegar al monte. Se me apagó. Lo volví a prender y se me volvió a apagar. Caminé y caminé. No sabía ni a donde iba pero el bosque me invitaba a adentrarme. Cuando me quise acordar, ya estaba totalmente de la mente. No sabía ni por qué había ido hasta ahí.

– Ah si, a buscar leña.- y volví a prender el troncho hasta acabarlo, tirando por último la tuca al Santo.

 

Pensaba en todo lo que estaba viviendo. Pensaba en el camping y los masters que estaban en este gran master. Pensaba y pensaba. Caminaba y pensaba. Por momentos ni pensaba. Estaba encantado con el bosque de pinos y eucaliptos, árboles que dejaban entrar los rayos de luz entre sus copas que parecían espadas afiladas donde pasaban haciendo slalom pájaros diversos que hacían entretenida la caminata. Pensaba en mi negocio, un bar restaurante que ya ni daba y que quería vender, pero se podía complicar la negociación como en otros fallidos intentos.

Pensaba solo: - En esta la voy a sacar. Tengo que lograr cerrar el trato. Ya no podía sostener más el negocio vivo. Si pudiera volver atrás en el tiempo me tomaría una revancha conmigo mismo y haría todo de otra manera. Creo que aprendí el rubro tarde, recién ahora recapitulo en todos mis errores. Uno debe de empezar de abajo, lentamente, no hay que tirarse un pedo más grande que el culo. No sé, pero... ahora me tenía más confianza, pero ya no me quedaban fuerzas para continuar. Mucho problema me abrumaba y me cegaba. Yo tropecé con mi corta experiencia empresarial y administrativa. Este era un negocio como cualquier otro y no un juego. Uno se da cuenta de los errores recién sobre la marcha. Bue... pero no sé, no voy a ponerme a pensar en esto ahora, vine a este lugar para zafar un poco de los problemas de Montevideo.

¡La Flaca! ¿Cómo estará la flaquita de mi vida? ¿La panza?

Tenía a mi mujer en casa, sola con mi hijo Panchito, sin teléfono y con la heladera no muy bien surtida. Es que estaba seco, ya no tenía nada y el boliche - aunque funcionaba – no me alcanzaba.

¡Pobre Flaca, cuán poco le estoy dando! ¿Y Panchito? ¿Le estaré haciendo bien? ¿Crecerá con todas las cartas vistas? No quiero ocultarle nada. Ahora era un bebe de 2 años de edad, pero iba a crecer y todavía no tenía muy claro como los iba a mantener.

 

Quiero que mis hijos crezcan con la verdad. Con la verdad de tener padres que aciertan y desaciertan. Quiero crecer con ellos dejándoles algo, por eso quiero sacar conclusiones, discutir bien y analizar toda acción cometida, llegando al mejor diagnóstico de cada acto y proceso vivido. Quiero vivir con ellos todo su proceso de aprendizaje, desde que nacen hasta que la muerte me llame. Quiero que aprendan a observar con inteligencia las cosas. Que no dramaticen por nada pero tampoco quiero que dejen de saltar por una injusticia. Quiero crecer junto a ellos, apoyándolos permanentemente y que se sientan capaces de apoyarme a mi y a su madre. Quiero ser oídos cuando tengan un problema si mis consejos sirven de algo. Quiero explicarles que la vida está llena de problemas, pero siempre existe una salida. Quiero ser padre. Quiero decirles todo sobre mi. Aunque no quiera que mi mensaje llegue con mis propias debilidades de hoy en día, debo de ser sincero de como fui y de como me siento por ello. Sé que en algún momento tendré que enfrentar la madurez que se requiere para todo esto.

También debo de ser firme ante mis debilidades. Quiero transmitirle a mis hijos todos los valores que tengo. Soy una persona que cree mucho en los valores. Los buenos valores son irrefutables; bien sostenidos y argumentados podemos enfrentar lo que sea, por más duro que parezca.

De hecho, encima mi mujer “la Flaca” está embarazada de cinco meses; es varón. Yo tendré dos hijos. ¡Qué locura la mía! Espero poder con todo. Estoy en el horno, un poco complicado. Me falta apoyo, pero tampoco lo sé pedir. Además, ¿quién me va a querer ayudar si yo mismo no me ayudo?

¡No estaré complicando lo que es simple! ¿No lo estaré haciendo con la flaca y con las personas que me rodean?

La muerte de mi padre, sin duda me había cambiado el destino de mi vida, la que supuestamente tendría que haber sido normal. Estoy juntado con “lo mejor” de este bendito mundo, lo que más amo, encima con la bendición de tener dos hijos, pero con una inestabilidad laboral que no me da seguridad económica familiar ninguna y con pequeños desvíos de conducta inusuales e impensables para lo que yo mismo había planificado en un momento. Estoy destinado a tener momentos duros, pero con momentos alucinantes por otro que se contraponen. Creo que estaba necesitando un cambio de pasos e ir a otro ritmo. Lo estaba necesitando urgente. Mi relación con mis amigos y con mi mujer no eran las de antes. Debía disfrutar los momentos como realmente son. Debía darme espacio y aprender de lo bueno y de lo malo.

El año de crisis me había sacado un poco de mi filosofía inaguantable de vida. Siempre estuve dando una imagen fuerte de mi persona, con optimismo y atropello, como dándole clases a la gente de cómo se tiene que vivir la vida. ¡Qué estúpido! Ahora había decidido no abalanzarme tan escrupulosamente en mis dichos y actos, dominados por mi ansiedad. Quería dejar un poco el impulso de lado para darle cabida a mi sensatez. No debía culparme mucho por mis decisiones si eran tomadas con un criterio que me guiara. Me había dado cuenta que mi inteligencia me podía ayudar y me estaba traicionando por todo lo hecho hasta ahora. Quería cambiar urgente la pisada ante los demás, pero era difícil. Tenía que enfrentar los miedos yo mismo sin mirar hacia el costado. Pero cuando se vive en sociedad, más aún en la nuestra, es muy difícil que los cambios de hábito y de trabajo sean fácilmente aceptados por los demás. En casa sucede que le llevo sólo problemas y no precisamente lo que le debería llevarle a mi familia hace algún tiempo: estabilidad y seguridad. Pensaba en la Flaca, tenía sólo veintitrés años y había vivido de todo un poco.

Siempre pensaba:

“¡Pobrecita ella! Yo, que pensaba que era una solución para su vida, terminé siendo otro problema y no sé si mucho más complicado. ¿Seré un cretino?”

 

- ¡Luuucaaaaaaaaaas! – Se sintió a lo lejos, como un llamado de búsqueda. No estaba seguro si el grito venía de mis amigos o de mi conciencia que ya no la dominaba tanto.

- ¿Eh? .............¡Ahh! ¡ya voy! – grité despistado. ¿Qué estaba haciendo en el medio de ese bosque? - ¡Ah!, leña. Tengo que llevar leña, pero sin apuro. Tranqui. ¡Que esperen!

Me prendí un cigarrillo y miré hacia el cielo en un claro del bosque. Todo parecía como paralizado. Los pájaros ya ni se oían. Los alguaciles, que hasta recién eran muchos, se habían multiplicado por diez, el cielo iba de gris agua a colores alucinantes en todos sus matices. De repente, detrás de una rama se asomaba la Luna bien roja y rara. Imposible. Estaba quedando loco. Al rato me di cuenta que era el sol.

 

- Fuaaaá!!! – observé sorprendido, no acreditando lo que mis ojos veían.

 

- ¡Estoy delirando o qué!

 

De todos modos, el delirio era válido en ese momento y me dejé llevar. Me puse a caminar otra vez por el bosque que de a tramos se parecía más a un monte. Parecía que estaba en otro planeta. Hacía mucho que no me impactaba tanto un clima como ese. ¿Serían los aditivos? Posiblemente si, pero lo que estaba viendo era real y mis órganos sensoriales captaban todo con una sensibilidad tal, que parecía que podía sentir el calor del centro de la Tierra. El clima estaba más loco que yo. El clima estaba raro, no me disgustaba para nada que estuviera gris el cielo, no entendía bien por qué estando tan feo el clima yo lo veía como el mejor día del mundo. ¿Sería mi estado mental alucinógeno? ¿Qué era lo que me estaba sucediendo? Es que a veces lo que creemos que es feo se puede transformar en algo lindo si lo miramos desde otra perspectiva. El clima estaba como mi cabeza, loco, bien loco. Ahí pensé que la locura no tiene por qué ser fea, puede llegar a ser muy interesante si la podemos interpretar y llevar. Una persona con cierta locura puede ser más interesante que lo que la gente llama normal. Es más, seguro que debe ser así. Sin locura no hay vida.

 

- Ahiiiihhh!! ¡Puta madre!

 

De repente, me cae un pedazo de piedra en la cabeza. Miro para todos lados, pensando que había sido algún bromista y nada. Sorpresivamente para mi, me vuelven a cascotear. Ya no era una sino muchas. Recién ahí, acredito que caían del cielo. Comienzo a sentir el granizo a mi costado caer. En 10 segundos la frecuencia de la caída del granizo se había acelerado considerablemente y las piedras eran cada vez más grandes.

- ¡Qué cascotes! ¡Nos atacan los marcianos! ¡Mejor me rajo de acá!

Me propongo a salir disparando para refugiarme en el seguro resguardo del barco.

- ¿Dónde mierda estoy? ¿Pa dónde estará el Sacra?

El Sacra, un viejo barco “tipo patacho” de madera que nos había traído al lugar del campamento, perteneciente al Yacht Club Paysandú. Abajo, tenía 20 cuchetas que ocupaban toda la eslora y manga del casco; en cubierta, que era bastante amplia, tenía 5 taburetes y bancos que atravesaban de manga a manga la cubierta, quedando un corredor en cada amura, con dos baños en la popa y una cocina en proa; la cabina de mando se encontraba en el techo y el resto de éste era terraza. El barco se alquilaba al club por unos doscientos y pocos de dólares americanos y ya venía con un capitán y un marinero. No era para nada caro ni costoso, ya que lo alquilábamos por todo el fin de semana y entre muchos. Y el barco era único, mejor imposible. Por estos años creo que ya lo están sacando de circulación porque va a cumplir los 100 años de vida.

- ¿Dónde está el Sacra carajo?

Intenté ubicarme por la intensidad de la luz solar para saber dónde se hallaba el sol y ahí saber guiarme; pero el problema es que ya ni se sabía donde se escondía el astro, si atrás de los árboles, de las nubes o del propio granizo. Además, aunque supiera tampoco podía pensar bien en ese momento. Granizaba como nunca vi en mi vida. Sabía que me golpeaban las piedras pero no las sentía.

Entonces, me dirigí hacia una dirección, luego a otra, enseguida la cambié sobre la marcha y luego volví a cambiarla sin encontrar una sola pista. Es más, todo lo que veía y percibía era nuevo.  Corría sin saber hacia dónde me dirigía, igual que mi vida. Por momentos me tapaba y me pasaba la mano para quitarme el agua congelada de la cara, no veía nada. Me quería cubrir de la caída de las piedras que a veces no se soportaba, pero luego me di cuenta que ya ni las sentía. No podía ver más de metro y medio de mis patas. Me quedé un momento bajo un árbol. Decidí tranquilizarme, canalizar mi energía y mi ansiedad, para poder detenerme un instante.

Justo en ese momento me comenzó a hacer efecto la tripa. Me di cuenta porque estaba sangrando en la cabeza por un piedrazo y ni siquiera había sentido el golpe. No sabía si era un corte serio o sólo un cortecito. No le di mucha bolilla, aunque mi cabeza no dejaba de laburar y de pensar. Tenía algún tajo en las piernas y en las manos por llevarme por delante algunas ramas, pero no eran más que superficiales.

Entre el faso y la tripa me sentía como si estuviera por arriba del bien y el mal. De a ratos me sentía omnipotente, duro, resistente. No sabía si estaba bien o mi inconciencia era más fuerte que el mismo dolor o gravedad de mis heridas.

En un momento me pareció escuchar el ruido de unas voces a lo lejos y me pareció lógico quedarme dónde estaba hasta escuchar alguna nueva señal. En ese momento nada me inquietó, con la tripa que tenía adentro me sentía Hulk, Rambo y Terminator – todos en uno. Podía llegar a sentir cada tanto algún cascote grande que pegaba en mi cuerpo, pero con la tripa me sentía todo poderoso y con toda la fuerza para aguantarlos. Había refrescado un poco - me di cuenta de ello - pero la verdad es que el frío ya ni me penetraba.

Me quedé pensando unos minutos más en lo cambiante del clima. En un instante vemos un cuadro de colores en el cielo y de un segundo a otro parece que se nos cae el infierno arriba. El cielo ya ni se podía divisar y la sensacional y fascinante lluvia de piedras rompiendo contra el piso daba otro espectáculo conmovedor.

Esperé y esperé, y esperé, y esperé …, y esperé. Quieto, conmovido por la sensación de no sentir ni las manos ni el cuerpo, pero disfrutando a la vez de un momento íntimo con la fuerza de la naturaleza. Era – sin dudas – una sensación extraña de los sentidos, de mi propio cuerpo.

Cuando amainó un poco el granizo, aunque seguía cayendo duro y parejo, decidí salir de mi refugio debajo del Ombú en el que estaba apostado. Caminé con el pecho en alto hasta que pude divisar un claro. Ahí fui, aguantando las balas, pasando por lo que en un momento había sido un fogón y quedando de él sólo las cenizas de la dura batalla, como si los soldados hubiesen abandonado el punto estratégico de la trinchera para cobijarse en la seguridad de la fortaleza: el Sacra. El granizo comenzó a caer más fuerte nuevamente. Parecían bombas y las dunas un campo de batalla minado, pero desolado y abandonado por la cruel batalla.

 

De repente..... ¡el arroyo! Y más abajo...

 

- ¿Nada?

 

Pero... ¿cómo podía ser? ¿Cómo nada? ¿Y el Sacra? ¿Dónde estaba? ¡Cambiaron de lugar! ¿Qué es esto? ¿Me habrán dejado porque le pasó algo a alguien? Si, seguramente algo pasó. Pero... no puede ser, ¡me hubieran gritado o ido a buscar! Sí, me gritaron, pero no fue un grito corajudo de desespero. Estos me hicieron una broma. ¡Qué hijos de puta! Seguro se despertó el Niño Diabólico y ya está haciendo de las suyas, gran bromista gran, un sujeto irremplazable en cualquier grupo de amigos, pero que cuando jode a veces se pasa.

 

Pero el Sacra no era un barco fácil de mover y ¿por qué lo iban a mover justo en el medio de la tormenta? Esta tormenta me dejaba ciertas dudas, es como si me hubiesen cambiado la escena y los actores de este fin de semana.

¿Sería ese fogón el mismo que el del campamento?

- ¿Qué hago? Voy a tratar de ir corriente abajo, para saber si se movieron. No, mejor corriente arriba, pues no creo que sean tan tarados de ir hacia la desembocadura, se levantó viento y el arroyo debe estar muy revuelto en la desembocadura con el río Uruguay. Seguramente estén ahí, al refugio del monte, aguas arriba.

Me dolía la cabeza de tanto pensar. Caminé unos quinientos metros, siempre mirando el río para saber si los veía.

- ¡No se habrán ido a la ciudad de Paysandú sin mi, me imagino! ¡Qué hijos de puta! ¡la concha de la madre!

Pobre madre mía, ¡qué tendrá que ver en todo esto! Ya la tengo metida en varios líos en mi vida, sin dudas yo siempre fui la oveja negra de la familia. No había podido cambiar esa imagen de mi todavía y no creo que lo pueda hacer por mucho tiempo.

Ni siquiera sabía dónde estaba. No hablaba mucho últimamente con mamá. Estaba aturdido con todos los problemas del boliche y ella era mi garantía en todo. No sabía cómo hacer para zafar de todos los problemas que me empezaban a caer, y no tenía capital ninguno para hacerles frente. Pero mal o bien, hacía ya un tiempo que venía llevándola como podía. No quería enterarla de mi proceso hasta que se solucionaran un poco las cosas o se terminaran de empeorar. Igual, tanto ella como yo, ya veníamos enterándonos de algunas deudas que no se hacían esperar y había que hacerles frente. Yo siempre tengo la esperanza de poder pasar esta época jodida de crisis laboral y llegar a una estabilidad que ya no le genere penurias y preocupaciones, tanto a ella como a mi querido padre político, que siempre me apoyó en todo, y a mi querida Flaca, que era tan inocente como mi madre.

 

¿Habré sido mal empresario? ¿Lo seguiré siendo?, o sólo es parte de mi proceso de adaptación a la vida empresarial. Yo me había preparado tal como me lo había exigido mi madre. Era bastante vivo, tenía un título universitario. Nunca fui un gran estudiante pero me la ingeniaba siempre para tener buenas calificaciones, era emprendedor, tenía todo para ganar; y sin embargo, acá estaba, estancado en mi presente y sin un destino claro. Sabía que estábamos en plena crisis, dónde no fui el único afectado, pero seguía sin encontrar la salida. Creo que fuerza, ganas de trabajar e inteligencia no me faltaban. ¿Me faltaría un poco de actitud?, quizás ya la estoy asumiendo y no me doy cuenta. ¡Cuánto mejor es ser empleado en estos días! ¡La puta! ¡Estoy cagado! No importa, todo va a salir bien.

¡Puta!, con todo lo que estoy viviendo ya me olvidé que estaba de la mente. Creo que estoy de cara. ¡Qué mierda!

- ¿Dónde están? ¿Dónde están hijos de putaaaa? - grité lo más fuerte que pude, resignado a continuar unos cientos de metros más por la orilla del arroyo Negro.

 

De repente, escucho como el ruido de un motor y deduje que no podía ser más que un barco.

En ese momento el granizo cesó, comenzando a llorar del cielo pequeñas gotas inofensivas, como dándole un descanso a la batalla.

Ahora ..., el ruido de motor en vez de acercarse se alejaba. Aceleré un poco el paso para ver si los veía, pero el ruido seguía siendo el mismo y por momentos disminuía y volvía a subir de tono. Comencé a correr en vez de trotar y el ruido disminuía más y más. Seguí corriendo y le agarré ritmo al paso, haciendo un poco de deporte que no me iba a venir tan mal, ya que hacía mucho tiempo que no hacía nada de ejercicio. Hacía un par de años que ya no jugaba al fútbol y mi estado físico ya no era el mismo que cuando jugaba al fútbol en La Católica, en la Liga Universitaria. ¡La Católica, qué cuadrazo, lleno de sentimientos, espíritus nobles y con una mística de grupo que no se igualaba tan fácilmente! Ahí aprendí muchas cosas, como el sacrificio del laburo para llegar a lograr cosas importantes en la vida, ahí aprendí que sin lucha y sin laburo no había gloria. Recordar esos tiempos me hacían recargar las baterías para seguir adelante y no abandor la pelea tan rápidamente.

 

Cuando me quise acordar ni sabía cuanto trecho había recorrido. Por lo menos un kilómetro y medio o quizás más. Frené la carrera y me detuve a pensar un poco. Aproveché para descansar y escuchar al Sr. de todos los sres., al Sr. Silencio, el único que me podía ayudar a sacarme de este lío. Lío que ya estaba transformándose en desesperación aguda, y posiblemente - según lo que haya causado la desaparición de mis amigos - también en una experiencia traumática.

 

Entonces me di cuenta que el ruido de motor ya no estaba. Me concentré nuevamente en él para saber si lo escuchaba y pensé que el barco debería de haber cesado la marcha. Me fui a la ribera del arroyo para ver si lo divisaba y nada. Caminé unos cientos de metros más hacia arriba y nada. ¿Qué había sido ese ruido? ¿Habrá sido un barco u otra cosa? No, lo único que pudo ser en ese lugar es un barco.

Me callaba un rato para escuchar algo, y nada.

 

De repente... el ruido de motor nuevamente. Este se hacía cada vez más y más fuerte y comenzaba a zumbarme los oídos y a taladrarme la cabeza. De pronto, me comencé a marear y arrodillándome sobre el piso lleno de paja pude eludir el golpe pero no la sensación de desmayo.

 

- ¡Esto me pasa por boludo! ¡Eso fue por haber tomado el veneno de anoche!

 

Me senté en el suelo, incliné el cuerpo hacia atrás y medité. En esos tiempos, la meditación era un ejercicio que solía hacer. Nunca había practicado con un experto en meditación, pero hacía la propia, una que debo de haber aprendido de las películas, los libros e historietas. No sé, tenía mi propia forma de meditar. Buscaba el equilibrio de mi mismo en cada momento y me liberaba. Dejaba que me llevara la energía misma hacia ese equilibrio. Creía mucho en la energía. El espíritu era el estado más profundo, luego lo emocional, luego el intelecto y por último lo físico. Pero nada dejaba de ser importante y todo se entrecruzaba. La energía espiritual era aquella que involucraba a todas las demás, abarcaba todos los estados. El espíritu era lo único que teníamos que cuidar y ese espíritu se iría fortaleciendo por si mismo, pero también por el grado de energía emocional, intelectual y física que poseíamos y que también hacen a ese espíritu.

Durante mucho tiempo traté de alcanzar la satisfacción del espíritu, o sea a Dios, con la base de energía; primero física, luego intelectual y por último emocional. Cuando creí que podía visualizar a mi espíritu y sentirme tranquilo porque ya estaba sobre él e ir explorándolo con tiempo, volví a descuidar lo emocional, lo intelectual y sobre todo lo físico, que es la base de todo aunque sea el más superficial de los estados.

Después el tiempo me hizo recapacitar más sobre lo primero que tenía que encarar. Lo físico era imposible ya que cada día lo cuidaba menos, entonces tenía que ir directo al espíritu, a lo más profundo de mi ser, encontrar primero un espíritu sano para emocionarme, luego racionalizar esas emociones para por último acomodar mi cuerpo. Realmente no sabía por donde empèzar, si por atrás o por adelante. ¿Qué era lo primero que tenía que resolver? Porque en la teoría todos más o menos sabemos qué es lo que debemos hacer, pero en la práctica no es tan así.

 

Quería despertarme de mi sueño. No entiendo si ahora estoy soñando o estoy en la realidad escribiendo un libro sin sentido de la experiencia vivida. No lo sé, no entiendo nada. Ni siquiera sé si estoy soñando, contando lo vivido o escribiendo un cuento.

 

Creo que existe una filosofía única de vida para cada persona, pero puede haber infinitas de filosofías de vida diferentes. En la filosofía de cada uno siempre se da la dualidad de criterio en la toma de decisiones. Siempre hay que elegir un camino u otro, y no importa cuál sea. Se nos presentan siempre dos opciones, si se opta por no elegir un rumbo es porque estamos muertos en vida. No interesa cuál camino se elija, el punto está en llegar a la Fuente Universal, que tarde o temprano todos vamos a alcanzarla. La Fuente Universal es Dios, y Dios es Amor, es la masa enérgica que contiene todos los principios universales: lo físico, el intelecto, lo emocional y lo espiritual en todas las religiones e inclusive hasta en los mismos agnósticos. La energía es la misma para todos, y si a Dios lo vemos como tal, también es el mismo para todos.

 

Pensaba en mi educación religiosa y lo importante que es ésta para canalizar nuestras acciones de futuro. Mi madre es una mujer católica, cristiana apostólica romana y mi padre había sido protestante luterano. A mi me bautizaron, tomé la primera comunión y me formé en un colegio católico. Hasta los dieciocho años iba a misa todos los domingos, aunque iba más a mirar a las chicas que a rezar o escuchar la palabra de Dios. Siempre fui un chico alborotado, pero también con mucha intriga por cómo había que aferrarse a Dios. Por muchos años descreí de la iglesia y su misión. Fui perdiendo la fe por no encontrarle una explicación lógica a lo desconocido, a lo que no podía ver. Hace unos pocos años, volví a creer que la vida debía tener un sentido para alguien, además de para nosotros mismos. Tenía que haber alguien más poderoso para concebir que nosotros estuviésemos acá. Si no era posible creer sin ver, tampoco es posible ver sin creer en algo. Ahí fue cuando comencé a pensar más en Dios como energía universal, como algo que estaba fuera de nuestro alcance visual pero no sensorial. No lo veía tanto como un Rey Todopoderoso de alguna Religión que todo lo puede, sino como algo que - aunque no se podía ver - se podía sentir, como la fuerza misma de la energía que comanda todas las cosas conocidas del Universo. Ya no era una figura, era una fuerza espiritual. No me considero ni católico ni protestante; o mejor dicho soy de todas las religiones, siempre y cuando profesen el amor puro y verdadero. Creo fielmente en una fuerza superior que nos rige el alma, sea en la Tierra o en cualquier planeta en el que estemos. No me interesa cuál es el Dios verdadero, seguro es el mismo que se encuentra en cada una de las religiones del planeta que transmiten todos aquellos valores que nos hacen íntegros. A veces pienso: ¡si el ser humano se diera cuenta de todo esto, todas las guerras que se podrían evitar en el mundo! ¿Por qué no se juntarán todas las religiones del mundo de una vez por todas?

En fin, no era hora de preguntarme quién es Dios. Tenía que encontrar a mis amigos, la salida a todo este martirio de estar perdido para luego encontrar la entrada hacia otro Universo Nuevo, el que me espere, el que sea, el de mi Destino.

- ¿Pero que estoy pensando? ¡Por Dios! ¡Estoy delirando! ¡Debo de seguir mis instintos! Si, debo de elegir un camino. ¿Qué opciones tengo en estos momentos? Son dos. Una es quedarme y esperar en el lugar donde estaba el Sacra y la otra es seguir buscándolo río arriba. Mejor elijo la segunda. Si no lo veo, vuelvo hasta la desembocadura a echar un vistazo. Si sigo con poca suerte me quedo dónde estaba el fogón a esperar, tienen que aparecer de un momento a otro. ¡Mis amigos jamás me dejarían tirado!

 

No sabía cuando, pero el dolor de cabeza que sentía se me había ido, aunque tampoco me acordaba cuando había comenzado, pero recordé el ruido de motor que había sentido y ahí supuse que de repente ese ruido estaba dentro de mi balero y no era más que un viejo daño cerebral que se había despertado en mi de golpe, seguramente por toda la química que tenía dentro. Nunca lo voy a saber.

 

- ¿Habrá existido tal ruido de motor?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO V

TIEMPO LOCO DEL ASCENSO A LA LUZ

 

 

 

 

 

El tiempo se había drogado más que todos nosotros juntos, cambiaba de formas y colores todo el tiempo. De un momento a otro comenzó a salir el sol.

- ¡Qué lo tiró! Lo que es este país. Nunca se sabe como estará el tiempo. ¡Es uno de los climas más pirados del mundo!

Es un clima muy cambiante y puede sorprender hasta a los más expertos meteorólogos del mundo. Creo que el cambio de estado de ánimo de las personas en este país se debe en gran medida al tiempo cambiante. El uruguayo es de esos individuos que se adaptan a cualquier cancha y te pueden ganar cualquier batalla perdida, como lo hicimos en el año cincuenta en Maracaná – justamente – gracias a ese clima bizarro que tiene. Aunque en realidad éramos once contra once, peleamos contra doscientos mil almas y ganamos.

 

- ¡Puta, qué clima! ¡No me habré equivocado de fogón y por eso no hallé la embarcación! Necesito ver a mis amigos y otra tripa para empezar de nuevo. – pensaba para mis adentros.

Mientras caminaba por el monte a orillas del arroyo Negro, me sorprendí con un arco iris impresionante que casi lo podía tocar con las manos. Sin dudas, ¡no necesitaba más que otra emoción para que me subiera de nuevo la tripa a la cabeza!  El bocho se me entripaba con subidas y bajadas todo el tiempo. Era como que manejaba con la mente el estado alucinógeno que llevaba dentro. Podía hasta dominar las sensaciones.

 

De pronto... ,

una luz impresionante, una luz cegadora, invadió en mi. La luz, muy brillante, no sólo me cegó sino que se metió dentro de mi como si me perforara todos las células de mi organismo. Es como si me hubiera tragado a la misma Luz. Una vez que esa luz entró en mi, mi conciencia fluyó a través de mis entrañas más profundas para continuar un recorrido hacia mi inconsciente. Es como si de estar volando con la naturaleza y el arco iris, pase a ver todo lo profundo de mi ser. Un viaje hacia mi espíritu, hacia el alma misma de mi ser, hacia lo inexplorable.

 

Zuuum …,

sin darme cuenta, me encontré en una oscuridad profunda, como encerrado dentro de un ascensor. El ascensor bajaba, y bajaba, y bajaba, y bajaba, y no paraba de bajar. Era como una sensación de descenso continuo. Era como una caída libre sin piso que me sostuviera. Lo peor era “la sensación” de que en algún momento ese ascensor tenía que parar la picada, y pensar que esa frenada podía ser estrepitosa y mortal me hacía llorar.

– ¡El ascensor sin piso! – meditaba tímidamente mientras caía, pensando en todos los problemas que tenía – como por ejemplo el de no encontrar el piso de mi situación económica inminente y tantas otras cosas más que estaban en picada en mi vida.

Sentía que por más que estaba cayendo no había sensación de dolor. Luego comencé a sentir un poco de ansiedad, luego se transformó en temor, preocupación e inseguridad. Me di cuenta que cuánto más temor mostraba más rápida era la caída.

- Me di cuenta que cuánto más temor mostraba más rápida era la caída. – pensaba y no dejaba de pensar a mil por hora.

Entonces decidí calmarme. Pero esto último no era fácil de lograr. Junté fuerzas para meditar como lo hacía siempre. Pensé en la energía y que hay que seguir a la luz. La luz es energía, y si había algo en mi era ella: la luz que me había iluminado el alma.

 

No sabía por qué y cómo había llegado a este sueño. Pero... ¿era un sueño? o ¿era real? ¿Qué me estaba sucediendo? ¿Acaso era un iluminado? No, no creo. No creo ser un ejemplo para nadie, salvo para algunos pecadores.

De pronto …, me di cuenta que el descenso era muy rápido y me vino pánico. Sentí miedo. Esto aceleró aún más la caída.

zzzuuuuu …

- ¡Calma!, ¡calma! Tengo que controlar mi mente.      ¿Mente?

Ahí pensé en la masa enérgica que contiene los principios universales: lo físico, ni lo sentía, ni siquiera sabía como estaba sostenido o si estaba desmayado; lo intelectual, cuando pienso en lo que no tengo que pensar caigo de manera estrepitosa; en lo emocional, siento que mis emociones están gobernadas por una fuerza ajena a mi, no domino mis emociones; y por último en lo espiritual, no creo que esté cultivando mucho mi espíritu en estos últimos tiempos. Es como si hubiera abandonado a mi espíritu. Siempre pensaba que lo iría a conformar en algún otro momento, pero hacía tiempo que no le daba la paz necesaria para reposar y estar tranquilo. Es que no le estaba dando prioridad a mis valores, que es lo más importante que puede tener un ser humano como arma para ser feliz.

- ¡Si, mi espíritu! Lo tengo totalmente abandonado. Estoy intentando conformar mi espíritu sin antes primero terminar de conformar otras cosas. ¡Es eso! ¿Cómo hago para llegar a él si antes no me ocupo de lo que está primero? Puedo conformar a mi espíritu con lo teórico de las palabras o pensamientos, pero si no estoy bien emocional, intelectual o físicamente es imposible que lo conforme. No es un tema de convencimiento ilógico. El Espíritu de cada uno se debe de conformar por él mismo, es un decantamiento de todo, no sólo una voluntad del ser. No puedo hacer nada por mi Espíritu si no hago algo - antes o al mismo tiempo - por mi mismo a todo nivel. Si no, me conformo sólo con la Intención y no logro el cometido máximo que es el Regocijo del Espíritu, o sea la Felicidad del Alma, la Autoestima del Ser y todo lo que contiene grandes cantidades del Poder Enérgico que todos podemos Potenciar en cada uno.

FFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF F F U

F F U

U –

-  -  -

.   .   .

.              .                     .

-----  .   - - .   .  

 

 

 

 

 

Cuando me quise acordar, estaba como flotando dentro de una cápsula espacial y la luz se hacía ver nuevamente entre líneas, como si fuera una persiana que se estaba abriendo muy lentamente. En ese instante pensé que mi dirección de conducta era la acertada. Debía mantenerme en ese nivel de pensamientos. Debía concentrarme en aquellas cosas que me hacían bien. Perder el tiempo en lo que últimamente no perdía. Autocrítica. Tenía que seguir en esta línea.

- ¡Debo pensar en dónde colocar todas mis energías!

No quería tirar todas mis energías en un barril sin fondo, como debo de haber hecho todos estos años. Mis demonios me seguían atormentando y yo sabía que inmediatamente debía afrontar pensamientos positivos que no me hagan caer en el vacío. Ese vacío que había tenido toda mi vida y nunca lo había podido llenar. En ese momento pensé en todo lo que había hecho sufrir a mi madre, a mis novias, a personas que en realidad quería mucho y siempre estaba compitiendo para poseerlas casi a prepo.

Aunque podía querer mucho a alguien - y uno se podía dar cuenta de ello - mis intenciones eran siempre intentar demostrar todo lo bueno que tenía y todo lo que podía lograr. Hasta quería ser un destacado en reconocer lo malo, hasta en eso quería destacarme. Quería ser un ejemplo de vida para mis amigos “jugando al buen tipo” y ni siquiera yo lo intentaba por mi mismo, era sólo para que estos piensen que lo era. ¡Era todo un mentiroso!

 

- rrrrraaaaammm!!!!!

 

De repente, la puerta de mi ascensor se abrió. Quise llegar a la puerta pero me di cuenta que ésta todavía estaba muy lejana y no iba a llegar tan fácilmente a ella. Era como si hubiese entrado en un habitáculo más grande e iluminado. Podía sentir un aroma como a encerrado, escuchando los ecos de mis pasos a medida que caminaba lentamente por el habitáculo. Comenzaba a tener cada vez más contacto con la luz; que aunque aún era tenue, mostraba indicios de llegar a algún lugar más despejado del que estaba.

De a poco sentía que iba recuperando todos mis sentidos. Seguía sin sentir mi cuerpo, como si no existiera. Sólo mi alma me hablaba. Decidí pellizcarme el brazo para saber si sentía el dolor pero fue en vano, no encontraba mi brazo. Me concentré en mi cuerpo, traté de recordarme como en un espejo... y nada. Comencé a dudar de si todavía permanecía con vida, pues ya no tenía cuerpo.

- ¿Estaré muerto?

 

Recordé que mis amigos estaban esperándome en algún lugar. Deberían de estar buscándome por todos lados.

- ¿Será que estoy en la puerta del Infierno? ¿Será éste el Infierno? ¿Cuándo lo sabré? ¡No!, esto tiene que ser un sueño o más bien una pesadilla. No puede ser real, pero es tan real que no puedo entenderlo de otra manera. Lo estoy viviendo, y aunque sea un sueño es real.

 

Yo no estaba dormido, ni tampoco inconsciente cuando entré en este rollo. Yo estaba caminando por el monte buscando a mis amigos y - prafff!!! - la luz entró en mi.

 

- ¡Qué extraño!

 

Mi camino parecía comandado por alguna fuerza superior que me llevaba hacia algún lugar incierto, pero esta fuerza misteriosa que me dominaba tenía sin dudas una misión en mi, un objetivo con mi alma, ¡lo sabía!

 

- ¿Quién eres? ¿Qué es lo que quieres de mi? ¡Dame una señal! – grité fuerte.

 

De pronto, todo mi cuerpo se sintió relajado, sentí paz en mi espíritu, como si hubiera entrado una ráfaga tranquilizadora en mi alma.

 

- PUEDO SER LO QUE QUIERAS

 

- ¿Qué? ¿Quién me habla?

- TE HABLA LA VOZ DE TU CONCIENCIA.

- ¿Qué quieres de mi?

- SOLO TU ALMA.

- Pero... ¿por qué yo?

- TU MISMO ME LLAMASTE.

- Pero, ¿para qué?

- TU MISMO LO DESCIFRARÁS EN SU DEBIDO MOMENTO.

- ¿Yo mismo? ¿Y cómo? Yo-no-pedí-estar-acá, ni-sé-quién-demonios-eres. ¡Vete! ¡No te quiero! – dije tartamudeando de miedo.

 

Apenas dije eso fue como si se callara el universo.

 

- ¿Me escuchaste lo que dije? – dije al no recibir respuesta. - ¡Hola! ¡hola! ¿me escuchas? ¡Hei! ¡No puedo creer!

Quién sería este individuo que me habló. Será realmente la voz de mi conciencia; o sea, yo mismo.

 

- No, ¡estoy de la cabeza! Juro no tomar más drogas en mi vida. Bueno... por lo menos por un tiempo. Por este fin de semana seguro. Al final me tomé una tripita en vano sólo para reír un poco con mis amigos, y en vez de eso estoy hablando con mi conciencia o con no se quién - ni en qué lugar. ¡No puedo creer todo esto! ¿Por qué me pasa sólo a mi estas cosas y no a otros? Siempre me pasan a mi las cosas raras. ¿No puedo tener una vida tranquila, sin sobresaltos y sin problemas como los demás? Al final soy el único jodido. ¡Mierda! ¡Carajo!

 

- ¿REALMENTE CREES QUE TE SIGUEN LOS PROBLEMAS?

- Ahhh!!! ¿Estás todavía ahí?

- YO SIEMPRE ESTOY ACÁ.

- ¿Me puedes decir qué hago yo acá? ¿Por qué creo que estoy soñando y todo me parece tan real?

- PORQUE REALMENTE TE ESTÁ SUCEDIENDO. SI TU QUIERES QUE ESTO SEA UN SUEÑO SERÁ UN SUEÑO. SI QUIERES QUE SEA REAL TAMBIÉN LO SERÁ.

- Ahora entiendo: yo mismo decido sobre lo que me vaya a suceder. Soy el único responsable de lo que me ha pasado hasta ahora.

- ALGO ASI. PERO LO MÁS IMPORTANTE ES QUE ERES EL ÚNICO RESPONSABLE DE LO QUE TE PASARÁ DE AHORA EN MÁS.

- Si, eso lo puedo entender. Siempre profeso eso con mi gente. Creo que uno es el único culpable de lo que le pasa en su vida.

- ES VERDAD Y NO ES VERDAD.

- ¿Cómo es eso?

- ES VERDAD QUE TUS ACTOS SON EL RESULTADO DE QUIEN ERES, PERO NO ES VERDAD QUE ESTÁS SÓLO EN ESTE MUNDO, Y TIENES QUE RELACIONARTE EN LA CONVIVENCIA CON LOS DEMÁS PARA CONOCERTE AÚN MÁS A TI MISMO.

- Entiendo. Pero... si me relaciono con los demás sigo dependiendo de lo que los demás hagan o dejen de hacer, ¿no es eso cierto?

- SIGUES SIENDO TÚ EL QUE DECIDE CÓMO Y CON QUIÉN RELACIONARTE. NO DEBE DE PERTURBARTE QUE OTROS SEAN DISTINTOS A TI. CONFÍA EN TUS PROPIOS VALORES.

- ¿Y si hubiera nacido en una tribu en el medio de Africa? Estaría sujeto a otras culturas, otras enseñanzas, otros valores y nunca hubiera llegado a la misma conclusión que estaría llegando ahora.

- NO IMPORTA DÓNDE SE ENCUENTRE FÍSICAMENTE TU ESPÍRITU SINO HACIA DÓNDE VA. TODOS SOMOS DIGNOS DE TERMINAR EN EL MISMO LUGAR, UNOS ANTES Y OTROS DESPUÉS. TODOS SOMOS PARTE DE LA MISMA MASA ENÉRGICA Y TODA NUESTRA ENERGÍA ESPIRITUAL AL FINAL DEL CAMINO SE JUNTA. A ESTO NOSOTROS LE SOLEMOS LLAMAR DIOS.

- Pero... insisto. ¿Por qué Dios le da más a unos y menos a otros? No es justo.

- ACORDATE QUE LO QUE A TI TE ESTÁ FALTANDO AHORA, ALGUNOS AFRICANOS NI SIQUIERA LO NECESITAN;  Y LO QUE A ELLOS LES FALTA, A TI NUNCA TE INTERESÓ BUSCARLO PUES YA LO TENÍAS.   ¿QUE CREES QUE TE PUEDE FALTAR A TI?

- Es cierto. No lo había pensado de esa manera.

- A VECES NO PODEMOS ENCONTRAR LAS RESPUESTAS Y EN REALIDAD LAS TENEMOS FRENTE A NUESTROS OJOS. ESO ES LO QUE TE ESTÁ PASANDO A TI.  TIENES EL PODER DE VER TODO Y NO LO QUERÉS VER.

- ¿Por qué dices que sos la voz de mi conciencia y estás hablándome en tercera persona?

- TODO TIENE UNA EXPLICACIÓN, PERO VAYAMOS DE A POCO MI AMIGO. LO PRIMERO ES LO PRIMERO. ESTARÁS SEDIENTO Y HAMBRIENTO EN ESTE MOMENTO.

 

De pronto me encontraba en uno de esos restaurantes soñados; uno de esos lugares que siempre hubiera soñado estar. Todo iluminado con velas, lleno de gente de todos los países del mundo, hablando en casi todos los idiomas. El lugar se encontraba metido como dentro de una playa encantada.

Me hizo recordar aquel verano que pasé con mi gran amigo Santi y mi querido amigo el Viejo Gruñón en el Cabo Polonio. Ahí festejamos el año nuevo comiendo en un bolichito - como éste - con dos tripas en la cabeza. Nunca me reí tanto como ese fin de año. Si algún día pudiera, viviría en el Cabo Polonio por lo menos seis meses al año, pues en invierno sólo sobreviven los guapos de verdad, cosa que no soy. Es un lugar en dónde no existe la energía eléctrica diez kilómetros a la redonda y se encuentran las dunas móviles más grandes del mundo. Es un lugar que si los europeos lo conociesen se haría muy famoso. Todavía existen pocos uruguayos que lo conocen realmente. Se accede con rodados “cuatro por cuatro” o en carretas tiradas a caballo. Es un lugar mágico.

En eso me doy cuenta que perdí el contacto con esa VOZ que me hablaba y dije:

 

- Nunca había probado un puchero tan rico como éste. ¿Qué lugar es este?

- EL LUGAR Y LA COMIDA QUE TÚ QUERÍAS.

- Si, pero... ¿cómo podías saberlo?

- RECUERDA QUE SOY LO QUE TÚ QUERÉS QUE SEA.

- Pero entonces, no tienes personalidad alguna. Sos todo lo que yo quiero que seas.

- ES VERDAD Y NO ES VERDAD.

- No, otra vez con esa farsa no. ¡Por favor!

 

Sentí que había contestado irrespetuosamente y me corregí:

 

- Perdón. No quise decir eso. Me gusta estar contigo y es en serio. No te molestes por mis comentarios estúpidos.

- NO TE PREOCUPES. YA ESTOY ACOSTUMBRADO A ELLO. SÓLO TE DIGO QUE SOY UN ESPÍRITU AL IGUAL QUE VOS Y HE PASADO POR TODO LO QUE TÚ ESTÁS PASANDO AHORA.

- Quiere decir que no sos la voz de mi conciencia y fuiste una persona como yo en un momento de tu vida.

 

- SI. SOY TODO LO BUENO QUE POR TI MISMO ERAS INCAPAZ DE VER. SE PUEDE DECIR QUE SOY TU MAESTRO EN ESTE VIAJE; PERO TAMBIÉN, COMO TODO MAESTRO, FUI DISCÍPULO. PERO RECUERDA QUE TODOS SOMOS TODOS CUANDO DEJAMOS FLUIR LA ENERGÍA POSITIVA.

- Pero... ¿yo te puedo preguntar lo que quiera y tú estás para explicármelo?

- SE PUEDE DECIR.QUE SI.  DEPENDE SÓLO DE TI Y CUÁNTO TE QUIERAS ENCONTRAR CONTIGO MISMO.

- Pero... ¿por qué yo? y ¿por qué ahora?

- PORQUE ASÍ TÚ LO DECIDISTE.   QUIZÁS AHORA NO LO PUEDAS ENTENDER, PERO YA LO ENTENDERÁS EN SU DEBIDO MOMENTO.   UNA DE LAS COSAS QUE DEBES APRENDER A DOMINAR EN TI ES TU ANSIEDAD.    PARA ESO ESTOY YO ACÁ: PARA CONTESTAR TODAS TUS INQUIETUDES.

 

Cuando me quise dar cuenta - ya me había devorado el plato entero. Había sido el puchero más rico de mi vida. El vino no sé de qué región ni de qué cosecha era, pero era el más rico vino que había tomado en mi vida.

Cuando estaba dispuesto a ordenar de nuevo, ya tenía servido un plato de guiso y otra copa de vino en mi mesa flotante.

- No puedo creer. Mis deseos son órdenes, la comida es la más rica del mundo, el vino que estoy tomando debe de ser la envidia de todo catador. ¡Quiero vivir siempre de esta manera!

- PARA ELLO DEBES APRENDER MUCHAS COSAS ANTES, PERO QUIERO QUE SEPAS QUE SI TÚ QUIERES VIVIR ASÍ ETERNAMENTE LO PUEDES LOGRAR.

- Me gustaría llevar al cheff de este establecimiento a mi boliche en Montevideo. ¡Estoy seguro que no paro de hacer plata!

- NO ES ESO LO QUE TÚ ESPÍRITU ESTÁ NECESITANDO EN ESTE MOMENTO, PERO SI TU QUIERES PUEDES TENER EL MEJOR RESTAURANTE DEL MUNDO.   ¡PERO OJO!, ¿QUE ES UN LUGAR SIN ALMA?

- Me encanta lo tuyo porque tenés todas las respuestas.

- ACORDATE QUE LAS RESPUESTAS SÓLO LAS TENÉS TÚ MISMO. YO NO SOY MÁS QUE UN INTERMEDIARIO ENTRE LA ENERGÍA DE TU ESPÍRITU Y TU ALMA; O SEA, ENTRE TÚ Y DIOS – QUE TAMBIÉN SON LA MISMA COSA Y TÚ LAS QUERÉS VER POR SEPARADO SÓLO PARA JUSTIFICAR TUS ACTOS TERRENALES.

- Y... ¿cómo es Dios en realidad? ¿Es una fuerza, es una persona, es energía, es algo que el hombre es incapaz de descifrar y sólo tiene que tener fe en que verdaderamente existe?

- DIOS ES AMOR.   DIOS ESTÁ EN CADA ACTO DE AMOR QUE UNO REALICE.   ESO ES ESTAR CERCA DE DIOS.   DIOS ES TODOPODEROSO PORQUE EL AMOR LO PUEDE TODO.   DIOS ES TODO, PORQUE TODO TERMINA EN DIOS.    MÁS O MENOS DE ESO SE TRATA, PERO NUNCA TERMINAMOS DE ENCONTRAR A DIOS, DIOS SIEMPRE NOS TERMINA ENCONTRANDO A NOSOTROS. ¿QUÉ QUIERO DECIR CON ESTO?   QUE TE DEJES LLEVAR POR EL AMOR QUE LAS COSAS SE VAN A IR SUCEDIENDO POR SÍ SOLAS Y CON EQUILIBRIO, Y NO TE PREOCUPES TANTO DE SI VAS AL CIELO O AL INFIERNO, ESO PARA DIOS ES UN CUENTO COMO PARA VOS PUEDE SERLO PAPANOEL.    ENCONTRÁ EN TI EL AMOR, QUE ENCONTRARÁS A DIOS EN CUALQUIER MOMENTO.    NO TE ALEJES MUCHO DE ESO.

- ¡Qué sencillo hacés que parezca todo!

- PARA ESO ESTOY AQUÍ.

 

Yo ya no podía más de la emoción. No sabía ya ni cómo me sentía, si bien o mal, si nervioso o tranquilo de estar ahí. ¡Mi ansiedad todavía me dominaba como nunca!

 

- ¿POR QUÉ NO TE TRANQUILIZÁS? – Me dijo la Luz.

 

Se hizo un agradable silencio por unos segundos.

 

- ¡Luz! ¿Estoy soñando?

- SI ESTO LLEGARA A SER UN SUEÑO YA TE DESPERTARÁS. SI LLEGARA A SER REAL LO ÚNICO QUE TE ESTÁ SUCEDIENDO ES APRENDER COSAS LINDAS, Y YA TE DIJE QUE PUEDES HACER LO QUE QUIERAS.   SI QUIERES PUEDES ESTAR CON TUS AMIGOS EN MENOS TIEMPO DEL QUE TE IMAGINAS O SI QUIERES PUEDES ESPERAR A QUE TERMINE TU LECCIÓN, PUES ALGÚN DÍA TENDRÁS QUE SER MAESTRO COMO YO, Y TÚ SERÁS YO. ¿LO ENTIENDES?

- MMMMM Si Luz, lo entiendo. Lo único que me pone nervioso es que mis amigos me deben de estar buscando como locos allá afuera - de mi inconsciente o donde sea que me halle - en este momento.

- YA TE DIJE, TÚ ESTÁS DONDE QUIERES ESTAR, ES SIMPLEMENTE ASÍ.   ADEMÁS EN ESTE VIAJE EL TIEMPO NO EXISTE.    SE PUEDE PERDURAR AÑOS Y AÑOS EN ESTE LUGAR - QUE ALLÁ FUERA DONDE TÚ DICES QUE ESTÁN TUS AMIGOS NO PASA EL TIEMPO.   

- ¿No pasa el tiempo?

NO.   Y ACUÉRDATE DE ESTO: “MIENTRAS SE APRENDE UNA LECCIÓN TODO LO DEMÁS NO IMPORTA Y NUNCA PASA EL TIEMPO”.     UNO NO SABE PEGARLE AL BALÓN SI ESTE ÚLTIMO PRIMERO NO SE SABE CUBRIR, Y SI JUSTO HACÉS EL GOL O GANÁS UN PARTIDO POR UNA PEGADA, NO CREAS QUE PODÉS GANAR EL CAMPEONATO. APRENDE A CUBRIR TU ALMA DE BUENA ENERGÍA QUE TU ESPÍRITU SE REGOCIJARÁ.

- Es interesante la metáfora. Es muy interesante lo que dices. Y ¿cómo sabes que me gusta el fútbol? ¡Ah!, ya sé, tú sabes todo. Prometo intentar llevar a la práctica todo lo que me dices. Y ¿si no puedo? ¡Ah! Si, si yo quiero puedo. Y ¿si salgo a la cancha y juego mal y pierdo el campeonato?

- NO ES POSIBLE QUE PIERDAS EL CAMPEONATO SI TUS LECCIONES FUERON DADAS Y ENTENDIDAS Y SOS UN ALMA PROMETEDORA QUE ESTÁ EN LA BÚSQUEDA ESPIRITUAL.   UNA VEZ QUE SE APRENDE A ANDAR EN BICICLETA, JAMÁS DEJAS DE PEDALEAR. TÚ PUEDES GANAR EL CAMPEONATO QUE TE PROPONGAS GANAR.

- ¡Y si no gano!

- TE VOLVERÁS A CAER Y YO ESTARÉ SIEMPRE CONTIGO - SI ASÍ LO QUIERES - PARA QUE TE CONDUZCAS COMO REALMENTE SABES CONDUCIRTE.  ACUÉRDATE QUE TÚ SÓLO TIENES EL PODER DE CAMBIAR LAS COSAS, NADIE MÁS. ACUÉRDATE QUE SÓLO TÚ TIENES LAS RESPUESTAS A TODO LO QUE TE PASA.

- Entonces, sabiendo qué es lo que tengo que hacer no tengo limitación ninguna para lograr nada en la vida.

- SI Y NO.      RECUERDA QUE EN LA VIDA HAY RECONOCIMIENTOS POR LO QUE LA GENTE HACE, PUES SE VIVE Y CONVIVE EN SOCIEDAD.    HAY LIMITACIONES FÍSICAS, MENTALES Y EMOCIONALES QUE DEBEN DE ESTAR EN EQUILIBRIO.     EL RESTO DE LAS PERSONAS, AL IGUAL QUE TÚ, TAMBIÉN QUIEREN SALIR CAMPEONES Y EN CIERTA FORMA ESTARÁN COMPITIENDO CONTIGO, AUNQUE NO ENTIENDAN QUE REALMENTE SÓLO SE PUEDE COMPETIR CON UNO MISMO.     LO ÚNICO QUE TE DIGO ES QUE ENCUENTRES TU PROPIO TRIUNFO PERSONAL SIN MIRAR EL DE LOS DEMÁS.   TÚ DEBES LLEGAR A TU META SANO Y SALVO DE DIRES Y DIRETES, PERO LLEGA, NO IMPORTA CUÁNTO TIEMPO DEMORES EN HACERLO.        RECUERDA SIEMPRE QUE LOS CAMPEONATOS PUEDEN SER MUCHO MÁS LARGOS DE LO QUE LOS HUMANOS SE CREEN.     LO QUE TE QUIERO DECIR, EN POCAS PALABRAS, QUE LA ÚNICA COPA QUE SIRVE ALCANZAR ES LA DE LA VIDA ESPIRITUAL, TODAS LAS DEMÁS PUEDEN SER PASOS U OBSTÁCULOS PARA LOGRARLA.

- Realmente, Luz, me tenés anonadado. No sé que decirte. Sólo te puedo decir que mi vida luego de conocerte será más sencilla. Siempre tienes una respuesta para todo y siempre que quiera llamarte estarás ahí, ¿no? Pero... insisto, ¿por qué yo y no otro? ¿Por qué hay gente que se suicida y no tiene la suerte de haberse encontrado con la Luz? ¿Por qué la gente se muere a veces tan joven?

- NO TE PREOCUPES TANTO. ESAS ALMAS NO CREAS QUE MUEREN.   HAY MUCHAS MÁS ALMAS MUERTAS EN VIDA QUE LAS PROPIAS ALMAS QUE VAGAN POR LAS GALAXIAS.    LAS ALMAS SUICIDAS SON COMO TÚ, SÓLO QUE ENCUENTRAN LA LUZ EN OTRAS VIDAS.   POR ESTE MOTIVO ES QUE LA VIDA FÍSICA AQUÍ EN LA TIERRA ES SÓLO PARTE DEL PROCESO DE APRENDIZAJE PARA CONOCER MÁS A NUESTRO ESPÍRITU.   EL ALMA NUNCA MUERE Y TODOS AQUELLOS QUE SE QUIERAN ENCONTRAR CONSIGO MISMO LO PODRÁN HACER, UNOS ANTES Y OTROS DESPUÉS.   NO OLVIDES QUE SOMOS TODOS HERMANOS Y LAS ALMAS SON GEMELAS, Y EXISTE UNA SOLA LUZ ENÉRGICA QUE NOS REÚNE A TODOS EN UN MISMO REINO, EL REINO DE DIOS. TODOS TENEMOS AL GRAN MAESTRO DIOS Y SOMOS SÓLO SUS DISCÍPULOS, Y MIENTRAS ABSORVEMOS SU SABIDURÍA INFINITA PODEMOS JUGAR A SER MAESTROS DE OTROS, PROFEZANDO SUS PALABRAS, QUE NO QUIERE DECIR QUE NOS CREAMOS DIOS.   TÚ MISMO, DIOS, MAESTRO O DISCÍPULOS SON AL FINAL DEL CAMINO LA MISMA COSA, NO LO OLVIDES.   LO IMPORTANTE ES TRANSITAR SOBRE LOS MIEDOS DE UNO MISMO.   HAY QUE NUTRIR EL ALMA.

- Luz, tengo miedo de perderte para siempre.

- NO TENGAS MIEDO, PUES EL MIEDO ES IMPOTENCIA.  NO DEJES DE ENCARAR TUS MIEDOS, QUE ES EN LO QUE MÁS DEBE TRABAJAR UN SER HUMANO ACÁ EN LA TIERRA PARA PODER LLEGAR A VER SU ALMA.   NO TE PREOCUPES SI DE TODOS MODOS LOS TIENES, LO ÚNICO QUE VA A SER ES SEPARARNOS POR UNOS CUÁNTOS MILLONES DE AÑOS LUZ DE TIEMPO Y DE DISTANCIA. 

- ¿Queeeeé?

- TE ESTOY BROMEANDO JAJAJA – dijo la Luz riéndose a carcajadas.    NI EL TIEMPO NI LA DISTANCIA EXISTEN PARA EL ALMA, POR ESO ES INENTENDIBLE EL UNIVERSO QUE SE VE, YA QUE ES UN UNIVERSO DE ALMAS.

- Pero Luz, ¿en tu filosofía de vida existe lugar para la broma?

- Y ¿POR QUÉ NO? ACASO NO ES BUENO Y SANO TENER SENTIDO DEL HUMOR. ¿TÚ QUE CREES?

- No, si, si, claro, estoy de acuerdo, pero no pensaba que tú las ibas a hacer.  Pensé que ibas a tener un enfoque más serio de lo que me estás intentando transmitir.

- MI QUERIDO LUCAS, TE VUEVO A REITERAR UNA Y OTRA VEZ QUE YO SOY LO QUE TU QUIERES QUE SEA Y HAGO LO QUE TU QUIERES HACER.

- Entonces te pido que te claves un puñal en tu corazón.

- NO PUEDO.

- ¡Pero si te lo estoy pidiendo!, ¡es lo que quiero que hagas!

- NO.   PARECE QUE NO QUIERES ENTENDER.

- ¿Cómo no entiendo?

- NO ES LO QUE TÚ QUIERES QUE YO HAGA;   ES LO QUE TU QUIERES HACERTE A TI MISMO, PUES YO SOY LO QUE TÚ ERES, ¿TE ACUERDAS?, Y NO CREO QUE QUIERAS HACER ESO QUE DIJISTE QUE HAGA.   SI TU QUIERES ALGO ASÍ PARA EL PRÓJIMO, LO QUIERES TAMBIÉN PARA TI MISMO.

- Luz, me tenés harto. Todo lo que te pregunto me lo contestás y siempre me hacés quedar como un tonto. ¡Ya estarás contento de humillarme con todas tus respuestas perfectas! Creo que tenés todos los síntomas de haber sido un alma humillante en otra vida y me parece que estás un poco agrandado. Además, lo que me decís es bastante cursi. ¿Por qué no salís de tu refugio? Mostrate un poco y sacate la “careta - esa que tenés” - para estar siempre detrás de la Oscuridad poniendo la Luz que le falta. Al final no sé si eres un chanta o qué. Crees que te la sabes todas y poco menos te crees Dios. ¡A veces me hacés recordar a mi estúpida soberbia! ¿Quién te dijo que a veces ganar un partido o un campeonato puede ser un obstáculo para algunos? ¿Te estabas refiriendo a mi? ¿Dijiste eso o entendí mal? Sólo lo dijiste para que me arme un embrollo y hacer de todas estas palabrerías un teléfono descompuesto. Si, supongo que si, todo para humillarme más y más. Si, si, claro, y como sabías que había ganado muchos campeonatos de fútbol tocaste los dos temas: ¡campeonato y fútbol! Para que sepas, cada vez que salí campeón siempre supe que había que conseguir otro campeonato. ¿Por qué no me dijiste eso también?, o ¿te lo tengo que enseñar yo? ¡Estoy seguro que nunca saliste campeón en nada, o saliste campeón y te agrandaste! Bueno, bue... creo que ya hablé demasiado. ¿Qué tenés que decirme a todo esto? Quiero saber que pensás de lo que yo pueda pensar de vos. ¡Dale gilún! Bueno, ¡Luz Celestial de los Milagros! ¡Dejate de joder!

 

Sentí un gran vacío dentro de mi, como si algo me faltara además del aire.

 

- ¡Luz! ¡Luz! ¿Dónde te metiste? ¡No te vayas ahora que se había puesto lindo! ¡Sos un traidor! ¡Me dejaste hablando sólo! ¿No será que me tenés miedo ahora? ¡Luz! ¿Dónde estás?

- Y ¿ahora?, ¿qué mierda hago ahora? – decía murmurando bajito, como reconociendo para mis adentros que estaba siendo hipócrita y poco agradecido.

Quería pedirle disculpas pero mi ego y mi orgullo eran más fuerte que yo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO VI

BAJAR LOS BRAZOS ES VER LA OBSCURIDAD

 

 

 

 

 

La Luz se había borrado de mi presencia. El restaurante alucinógeno en el cual estábamos ya no estaba más.

Sentía mi cuerpo húmedo y salado. ¿Salado? Tenía la sensación de que estaba en problemas.

Enseguida me di cuenta de que mi película había cambiado; de estar en el paraíso a estar en plena turbulencia oceánica arriba de un velero con el palo roto y las velas desparramadas y arrastradas en el océano. ¿Era el mismo sueño o una pesadilla?

 

- ¿Qué hice? ¿Dónde dejé mis modales? – me preguntaba mientras el cabo de la escota de estribor me daba un chicotazo en la espalda, quemándome viva la piel y produciéndome un dolor espeluznante e irritante. - ¡Mierda! ¿Qué hice?

 

De repente comencé a irritarme cada vez más y más hasta que sucumbí y me caí por la borda. Era “hombre al agua” y ¡no tenía a nadie que me rescatara! Comencé a hundirme en el medio del océano con toda la ropa, botas que parecían pesas y sin salvavidas. Me quise desprender de toda la pilcha y no podía. Veía sombras de monstruos marinos en el agua. Los tiburones me pasaban por al lado y me sentía presa fácil.

No podía creer lo que me estaba pasando y me preguntaba por qué habría sucumbido de esta manera. Me estaba ahogando en mis propios pensamientos. No podía serenar mi temperamento y me seguía sumergiendo en las aguas cada vez más congeladas del océano. Yo, que siempre me gustó y respeté mucho el mar, ahora me estaba traicionando a mi mismo.

No podía parar el descenso y estaba cada vez más oscuro a medida que bajaba a las profundidades del océano. Era la peor sensación de mi vida, en contraste de la que había vivido hace unos instantes con la Luz.

 

- ¿Para qué le habré hablado así a la Luz? Pobre Luz, no tenía nada que ver con mis desmanes. Si sólo me dijo cosas lindas, ¿por qué le habré dicho todo lo que le dije? ¿Será porque nunca pude disfrutar de las cosas que tenía? ¿Será qué nunca puedo estar en paz conmigo mismo? Soy un rayado. ¡Se supone que todo esto me lo merezco! Soy un desgraciado. ¡Ahora!... tengo que pensar en lo que me dijo la Luz: “el tiempo no transcurre mientras se aprende”. ¡Esto quiere decir que estoy salvado! Si el tiempo no transcurre en este momento, ¿cuánto tiempo me va a llevar ahogarme en el océano? ¡Nunca! ¡Tengo que pensar cosas lindas! “El alma nunca muere”. ¡No me puede pasar nada! ¡Pará... un momento! “Todo pasa porque uno quiere”. ¡Es eso! Me gustaría estar en la superficie ahora mismo. – pensé para mis adentros.

- ¡Nooo!, mi negro. ¡Ahora sos mío!

- Pero... ¿tú quién eres?

- La Obscuridad.   Yo soy todo lo que tu no ves de lo malo en ti. – dijo la Obscuridad con voz de ultratumba.

- Y... ¿por qué te apareces ante mi de esta manera tan cruel y despiadadamente?

- Porque tú me llamaste. Me necesitabas.

- ¡No!, yo necesito a la Luz. Con él me sentía bien. Justo en este momento, antes de que aparezcas, la estaba por llamar a ella.

- Tú bien lo decís: “a ella”. Ella es una mujer débil y sin alma aventurera. Ella parece buena pero termina siendo mala, siempre te dice la verdad cuando no quieres oírla. Es como los malos amigos, cuando crees que los necesitas nunca aparecen. Ahora creíste que la necesitabas y nunca apareció, ¿verdad? Jajaja – aseveraba la Obscuridad con voz tomada y riéndose a carcajada limpia.

- Sssiii.  Es verdad. La Luz no apareció, pero... ella me dijo que iba a estar conmigo cada vez que la necesite. ¿Por qué no aparece ahora? Luz, ¡volvé Luz!

- Creo yo, porque en estas circunstancias el que más te puede ayudar a salir soy yo y no ella. Yo soy el Dios que necesitas en estos momentos. Jajaja – seguía hablando a carcajada soberana.

- ¿Y en qué me podría ayudar a mi un tipo como tú?

- ¡En todo lo que tú quieras que te ayude!, mi negrito.

- Sácame, antes que nada, de este infierno.

- No puedo.

- Pero... ¿por qué? Si tú me dijiste que me ayudabas en todo lo que yo quería.

- Por ese mismo motivo, ¡no puedo!

- No entiendo.

- Si, a ver, si tú no quieres dejarte ayudar - eso es lo que hago, “no te ayudo porque no es lo que quieres”.

- ¡Ah!, voy comprendiendo. Pero... ¿no me podés sacar el dolor que llevo dentro de mi alma?

- No, lo siento, no puedo hacer nada. Está en ti sacarte lo que tenés dentro de tu alma, yo sólo estoy para aconsejarte a que aprendas a vivir con ese dolor. No quiero que seas un cobarde como lo es la Luz, que sólo encandila la realidad y no quiere aceptar el buen sentido del machismo duro que hay en nosotros.

- Pero... ¿a qué le llamás ser bien macho? Y si hubiera sido una mujer - y no un hombre - hubieses hablado como mujer, ¿verdad?

- Si tú lo piensas así, así sería. Pero, después no digas que no te lo advertí. Si seguís a la Luz te quemarás vivo, en cambio si me sigues a mí tendrás dominado lo más difícil de esta vida y podrás solucionar los obstáculos que te imponga la injusticia de este mundo. Con la Luz - de lo único que puedes aprender - es de amor, serenidad, calma, amabilidad, cordialidad, equilibrio de la energía, sinceridad, etc, y todas esas pavadas que no sirven para nada; y no sirve de nada en este mundo cruel y despiadado. Yo estoy mucho más cerca de Dios que nadie, sólo que no dejo que me pase por arriba. ¡Sígueme y verás! ¡Harás fortunas conmigo! Tienes que ser bien macho para entenderlo, o ¿no quieres serlo?

- No sé. No sé que decirte. Por un lado tienes razón y por otro estás exagerando un poco. Si creo que el mundo es despiadado y cruel, pero ello no justifica que no podamos ser todo lo contrario a él. Es verdad que si no seguís el modelo que se nos impone no llegamos muy lejos y además hoy todo gira alrededor de la plata, sin ella no se puede vivir tranquilo, por lo menos en el mundo capitalista donde vivo. Cada vez que llego a casa y la Flaca me fastidia de que falta esto y lo otro, realmente me molesta mucho. Si fuera tan divina la vida como insinúa la Luz estaríamos todos bien sus seguidores, y no muertos de hambre o con tantas necesidades e inseguridades. En eso te doy la razón. Dios parece ser injusto a veces.

- Vas entendiendo, ¡veo!

- Obscuridad, no creo que sea tan tonto lo que dices después de todo. Pero... y la Luz no puede estar tan equivocada pues contestaba todas mis preguntas como si fueran torpeditos insignificantes. Tenía todas las respuestas. ¡Obscuridad!, ¿tú tienes todas las respuestas?

- ¿A ti que te parece mi Negro?

- No lo sé, por eso te pregunto.

- ¡Si no tenemos todas las respuestas qué importa! Yo te hago la misma pregunta a ti, yo tampoco lo sé. En todo caso, no nos hagamos las cosas más complicadas de lo que parecen. Acuérdate que todo lo que sale de mi boca es porque tú lo tienes guardado en el inconsciente. Acuérdate que yo soy todo lo malo que tú no ves en ti.

- Pero entonces me estás diciendo que sos todo lo malo que tengo; o sea, en dos palabras, somos malos.

- Sssssssssiiiiiiiiiiiií!!!!

- ¿Y disfrutás siendo malo?

- Sssssssssssssssiiiiiiií!!!!!!!!!!

- ¿y tú pretendés que eso a mi me guste?

- Claro, por supuesto. Es lo único - ya te dije - que te salvaría de este mundo cruel y despiadado.

- Si, si, entiendo. ¡Déjamelo pensar un poco y ya estoy contigo mi queridísima Obscuridad! – le decía fingiendo estar de acuerdo con sus dichos, pero queriéndome tomar un tiempo de reflexión.

 

En ese mismo momento pasó un tiburón para nada amigable rozándome la espalda.

 

Con la Obscuridad no era igual que con la Luz, siempre estaba desconfiando de lo que decía. ¡Por algo sería! Lo único que sé que ya me estoy acostumbrando a estar en esta tortura de aguas turbulentas, asomando mi trompa a la superficie dos por tres para respirar, perseguido de que alguien aparezca por debajo y me coma las patas, o que alguien me estuviese mirando desconfiadamente. Era como la cocaína, no la disfrutás del todo tranquilo, salvo que te guste o estés acostumbrado a la aventura y al sabor del peligro, pero a la corta o a la larga no se podía soportar más el hecho de estar con ella.

Había dos cosas que me hacía sospechar de que la Oscuridad estaba mintiéndome. La oscuridad también era una palabra femenina y se hacía la muy machito. Además me hablaba con palabras más grandes - como a los gritos, como queriéndose imponer a la fuerza.

No sé, yo estaba como confundido.  No sabía si la Oscuridad me podía salvar de este ahogo.  No le tenía mucha fe.  Pero era la única que estaba ahí y la única que me podía ayudar en ese momento. La Luz había desaparecido de mi vista.

Quería salir de las profundidades del océano, dejar de ver a los tiburones que pasaban coleteando al lado mío como si fuesen amigos sólo por conveniencia, que estoy seguro que si pudieran me arrancarían con sus mandíbulas en mil pedazos. Estar con los tiburones es como estar con aquellos amigos de la noche - que una y otra vez tuve -, de parranda en parranda, sin dominio de mi propia personalidad, influenciada por los factores droga, compañía, lugar y tiempo. Era como si estuviéramos mirándonos todo el tiempo, si alguno hacía un movimiento en falso era boleta. Había un respeto, pero sabía por experiencia que duraba poco, no era algo que se tenía con alegría, que se disfrutaba de tenerlo, no era algo que duraba para siempre, siendo la caída muy dolorosa. No, no los culpo, no culpo a los tiburones que me pasaban por abajo, ellos eran tan culpables como yo.

 

Ahí me di cuenta que últimamente no estaba haciendo las cosas bien. No estaba teniendo buenas juntas. Me estaba vendiendo al bajo precio de la necesidad, sólo por buscar un bienestar económico mejor para mi familia.

Me di cuenta que mis actitudes con mi mujer, por más chica e inmadura que podía ser ella, no eran las de una persona con tolerancia y respeto profundo. Yo tropecé toda la vida y siempre pretendí que me toleren, y ¿nunca fui capaz de tolerar ningún desvío en los demás? Lo único que estaba haciendo últimamente al lado de ella era lo mismo que los tiburones hacían conmigo, aleteaba con desconfianza por todo lo que ella podía hacer, me mantenía cerca y al más mínimo error de maniobra que ella cometiera me lanzaba con todo sobre ella para imponer mi respeto. Hasta ahora, nunca salimos con heridas graves, pero uno nunca sabe qué puede pasar, aunque nunca se me ocurriría levantarle una mano a una dama. ¡Ojalá nunca caiga tan bajo! De todos modos, esto seguía afectando psicológicamente a nuestra relación y tenía que pararlo. No era la manera en la que debía de imponer mi respeto en ella. Sabía que debía esperar la madurez de una convivencia, aunque la respetaba y la amaba con toda mi alma y jamás la iba a dejar, tenía que ser paciente y quererla con todo mi ser. Cuando se ama no se puede dejar de amar jamás. Eso si lo tengo claro.

 

Otra vez, volví a darme cuenta de que todo tenía una enseñanza y por ello la Luz de repente no se había aparecido aún, me estaba dejando caer una vez más sobre mis dudas y errores para ver cuánto había madurado desde mi última lección. Quizás me estaba probando.

- ¡Hei!

También me di cuenta que es preferible ser un delfín inteligente que un tiburón o una piraña, pero uno siempre debe de saber que fue antes piraña y tiburón, resignándose a no salvar al prójimo como a uno mismo.  Todos nos enfrentamos en algún momento con el Diablo, con la Oscuridad Eterna que se asoma cada tanto y nos llama.

 

- ¡¡¡Hei!!! Tú, ¿me estás faltando el respeto? ¿Por qué no me contestas?

¿No volveremos a ser tiburones y pirañas en algún otro momento? ¿Quién nos dice que no cáigamos en otras tentaciones?

 

- ¡¡¡¡Heeeeeeeeeeiiiiiiiiiiiii!!!!

 

 

 

Parece que la Obscuridad hacía rato me estaba llamando y yo había estado sumergido en mis pensamientos. Vi que estaba sólo y los tiburones daban vueltas como empezando a desconfiar de él.

 

Y pensé:

- Con la Luz estaba en la misma dimensión de tiempo y me entendía a la perfección, era claro, gentil, amable y me decía que el aspecto intelectual era importantísimo para ganar el campeonato; o sea que no dejaba nada al azar y todo tenía un significado o por lo menos una explicación racional, hasta lo inexplicable.

En cambio, con la Obscuridad, estaba en otra dimensión de tiempo. Recién, mientras él me llamaba a gritos, yo estaba colgado en mis pensamientos y ni siquiera los tiburones me insinuaron algo ni me atormentaron.

¿Qué quería decir esto? Que la Obscuridad sin mi presencia no lograba inspirar todo el respeto en los demás y menos en los tiburones. Ahí comencé a saber que la Obscuridad sin mi no era más que un buscador de almas solitarias y perdidas, y agarraba a todas las almas que la Luz le iba dejando para que haga su trabajo.

 

- ¡¡¡¡Che!!!!, ¡nennne! – rezongaba la Obscuridad, ya con cierta impaciencia e impotencia.

- Cállate Obscuridad, no te tengo más miedo, ni tampoco ganas de escucharte. Doy gracias por haberte conocido, pero creo que ya no tengo ganas de estar contigo por un largo rato. No creo que en este momento me hagas tanta falta.

- ¿Me estás tratando de desobedecer? ¡No, tus deseos son de mantenerme contigo! ¡Ni te atrevas a pensar otra cosa!

- Mi negra Obscuridad, he aprendido una lección importante contigo y no me alejo de ti porque seas peligrosa. Es más, creo que sos totalmente inofensiva para mi, pero por un rato quiero ver y planear mi futuro, que todavía es incierto y no tengo ganas de seguir tropezando mucho más junto a ti en este momento. De todos modos, te digo que me ha servido de mucho esta experiencia contigo y ya nos volveremos a encontrar nuevamente.

- ¡Pero tú no puedes dejarme! ¡Yo te pertenezco! Tú no puedes estar sin mi. Además: “Yo soy todo lo que no ves de lo malo en ti”.

- Entonces, será hasta nunca, pues ahora veo todo lo malo, y gracias a ti. Adiós Obscuridad.

 

- Yo sé como es esto: ya lo viví. ¡Quédate conmigo! ¡Por favor!

- ¡Pero Obscuridad!

- No te irás tan fácilmente de mis garras. Yo sé que te irás, porque siempre me pasa, pero... “todavía no viste todo lo que no ves de lo malo en ti”; así que, ya nos estaremos viendo pronto.

- Lo mejor de todo es que ya lo sé.

- Viste, ¡Serás mío por siempre! No camines en vano. ¡Quédate!

- No puedo.

- Pero... ¿por qué?

- Es que no quiero. Ya está. Ya me di cuenta. ¡Veo todo lo que no veo de lo malo en mi!, o por lo menos todo lo que hasta ahora quería ver.

- ¡Hei! ¡Te estoy perdiendo! ¡No te veo!

- Entonces, mejor aún, hasta la próxima lección. Gracias otra vez, hasta la vista y será hasta siempre.

- Noooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

 

“Es increíble como se puede aprender tanto de lo bueno como de lo malo”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO VII

SABIDURÍA VS. IGNORANCIA = LECCIÓN DE VIDA

 

 

 

 

En un abrir y cerrar de ojos, me encontraba sin darme cuenta, pisando el fondo del mar. Hacía pie. Cuando levanté la cabeza me encontraba en una playa paradisíaca llenas de conchas de mar. El agua estaba volviéndose tibiecita y el sol se encontraba brillando con una intensidad agradable.

Caminé lentamente por la playa y me encontré a un viejito juntando conchas en la playa.

Junto a él - se encontraba una pareja pastelera tecnotrónica - mirándolo. Vi que se reían en forma de burla del viejito. Ya no eran risas, eran carcajadas exageradas.

Cuando me acerco al viejito, éste me mira profundo con una sonrisa y hace un gesto de respeto con una mueca de boca y facial. Yo le devolví el gesto, apretando los labios, y continué el paso.

Me crucé con la pareja, los saludé y fue como si no me vieran. Me los quedé mirando, pero ellos seguían ríendose y festejando de la vida.

Cuando me dispongo a seguir el paso, escucho mi nombre por detrás.

 

- ¡Lucasio! ¡Lucas!

 

Al darme la vuelta me encontré con la cara del viejo a la distancia pero la veía muy claramente, como si tuviese en mis retinas una mirada telescópica. Tenía la piel arrugada y bolsas caídas debajo de los ojos, ya curtidas por los años de vivencias. La mirada que se dirigía directa a mis ojos daba pauta de que era un señor con mucha sabiduría, inspirando respeto y confianza a cualquier persona que se le enfrente. El viejo, de aproximadamente un metro sesenta y poco, era de tez blanca, bronceada por el sol, con la frente pelada y unas lanas de pelo blanco que le caían largas por la nuca. No sé cuántos años tendría, pero creo que pasaba fácilmente los ochenta, más cerca de los noventa.

Pensé: “¡esa cara yo la vi en algún lado!”

 

- ¿Quién eres? – pregunté sin titubear.

- No temas. Reina en ti la paz divina. Haz lo que te diga el corazón. ¡Algún día serás yo mismo!, o ¡yo soy lo que tú eres ahora! Lo importante no es quién soy ni de dónde provengo, lo más importante es lo que hago por mi espíritu. Busca a tu espíritu, él te lo dirá.

- Gracias. – dije perplejo por lo que me había dicho. ¡No sabía si yo había sido él en otra vida o él era yo de viejo, o si él era otra Luz, o qué!

Cuando me disponía a dejarlo, se acercó a nosotros la pareja de jóvenes chetos que se encontraban tirados en la playa.

El varón irrumpió con una carcajada soberbia y dijo:

- ¡Hei, viejo! ¿Por qué está juntando conchas de mar, una por una, y las tira al mar nuevamente? ¡No lo puedo tolerar! Le estuvimos tomando el tiempo, y por cada una que tira al mar, usted demora casi cinco minutos. Incluso de cada tres que tira dos vuelven a la playa. Además, ¿usted no se dió cuenta que la playa está llena de ellas y es imposible devolverlas todas al mar? ¡Está usted medio loco o del todo! Jajaja ¡No sea bobo! Jujaujau – decía mientras largaban más carcajadas como tomándole el pelo al viejo.

 

A lo que el viejo contestó, tomándose su tiempo, suave y pausadamente:

- Muchacho, yo sé que todo lo que tú dices tiene sentido para ti, pero lo que estoy haciendo yo, sólo lo tiene para aquellos que pueden ver lo que otros no pueden. Trata de buscar en tu interior y no tanto en lo que pasa por tus ojos. De lo contrario, siempre tendrás a la Obscuridad contigo.

- Mire, no sé lo que está diciendo, pero … – seguía el joven insistente, mientras yo seguía vibrando intensamente el mensaje del viejo – ¿usted no sé dió cuenta que está viejo y no va a poder arrojar todas las conchas al mar? ¡Está desde hace cinco horas haciendo lo mismo y habrá arrojado solamente veinte conchas y en la playa debe de haber millones! ¿Me entiende? Lo quiero ayudar. ¡Es que me da pena! Juajua – terminó diciéndole impetuosamente mientras reía junto a su pareja totalmente demacrada por los pasos de las horas de boliche y anda mais.

- Joven, pierda cuidado que usted es sólo una vida de millones que existen en el mundo y si llega a estar en peligro yo trataría de auxiliarlo en lo que pueda. Me estaría salvando a mi mismo si lo hago, estaría salvando mi alma, no importa el tiempo que me lleve.

- ¿Y eso que tiene que ver con lo que yo le dije?

- Tú eres como una de estas conchas que tiro al mar. Salvando por lo menos una sola de ellas soy feliz, imagínese si salvo veinte, son veinte vidas como la suya. Mientras yo salvaba vidas me reía con ustedes, y ustedes mientras reían sin mi, no salvaron ni la propia.

 

La joven pareja se quedó anonadada observando al viejo. Estaban como si les hubieran cortado la carcajada de una cachetada. El viejo bajó la mirada, la cual la tenía fija en los ojos de la pareja hipnotizada, se disculpó, me miró fijamente a los ojos por unos tres segundos, sonrió y se dio vuelta caminando hacia la orilla a seguir su labor.

 

Los muchachos quedaron mirándose entre ellos y, tornándose hacia mi, expresaron su ira:

 

- ¿Y tú qué estas mirando ahí parado?

- ¡Eh! – sorprendido todavía de esa mirada fuerte y poderoza que penetró en mi - ¡Nada, solamente estaba aprendiendo una lección. Disculpen. – me di vuelta y seguí mi camino ladera arriba.

 

 

 

 

 

CAPÍTULO VIII

EGO DA MÁS EGO, LA LUZ DA EL EQUILIBRIO

 

 

 

Seguí mi camino, mi búsqueda de vaya uno a saber qué. Lo cierto es que ya no estaba buscando precisamente el campamento ni a mis amigos; ahora yo me encontraba buscándome a mi mismo o algo parecido a eso. Realmente, ni yo sabía que buscaba; lo cierto es que estaba tranquilo, caminando y madurando cada lección a la que me iba enfrentando.

 

Busqué el punto más alto, para saber dónde era que me hallaba, y arranqué mi marcha hacia ahí. Cuando llegué a la cima me di cuenta que mis pies estaban en el aire, ¡estaba volando!

 

Abajo tenía una isla llena de tentaciones. Todavía no sabía como, de estar en las profundidades del océano había pasado a estar volando por los cielos como un pájaro. Era una sensación única, nunca me había sentido tan bien en mi vida.

Y seguía subiendo cuánto quería.

Me sentía por arriba de todos los problemas, podía mirar todo desde una óptica diferente. Me sentía el rey del mundo. Hasta los aviones me pasaban por debajo. Los cohetes no podían despegar sin mi permiso. Los pájaros me miraban de abajo como asombrados esperando órdenes. Yo planeaba y planeaba por arriba de todo. Hasta podía divisar la redondés de la Tierra desde donde estaba, casi tocando el Universo.

 

Subía y subía. Tomaba decisiones. No me importaba para qué eran o por qué las tomaba, simplemente era el Rey y hacía lo que quería. Tomaba cada vez más confianza en mi mismo y seguía subiendo en mi vuelo.

De pronto, miré para arriba y vi la inmensidad del espacio. Me sentí disminuído, me sentí como si fuera un puntito en el infinito. Miré nuevamente para abajo y la Tierra ya la podía divisar de lejos como un planeta alejado. Es que había subido demasiado, me había agrandado demasiado.

 

Ahí fue que me di cuenta que de sentirme superior, con mucha confianza en mi mismo, por arriba de los demás, pasé a sentirme sólo, sin aire, ahogado en mi propio ego. Ya no podía controlar todo lo que estaba en Tierra. Estaba sólo, en la inmensidad de la nada. No era nadie. Ya no existía ni para uno ni para otros.

Me encontraba en la oscuridad infinita del espacio.

 

Cuando levanté la cabeza nuevamente, me pregunté:

- ¿Qué es esto? ¿Por qué me está pasando esto? ¿Será otra enseñanza de vida? ¡Mierda! ¡Luz!, ¿dónde estás?

 

Cuando bajé nuevamente la mirada, no podía divisar la Tierra ni nada familiar. Ni siquiera veía el Sol.

Me encontraba en una de esas situaciones que había experimentado en la Tierra con otros problemas y en otros tiempos.

Estoy sufriendo de ego, el ego de mi ser. Creí que era Hulk, Rambo y Terminator juntos y me tuvieron que poner en mi lugar. Creí que era el más desgraciado y me mostraron que yo sólo tenía el poder de cambiarlo. Me topé con los tiburones y se quedaron con las ganas. Aprendí de las lecciones del Viejo Sabio. Ahora me habían dado alas para volar y en vez de aprovechar el don - lo utilicé para volar sólo, por encima de las cosas y los demás, como si fuera Dios.

¡Qué difícil es estar bien parado en este mundo! ¡Saber que cuando nadamos con los tiburones debemos de comportarnos igual como cuando volamos como el Ave Fénix! ¿Cómo se hace esto? ¿Será que debemos de reafirmar bien nuestros valores?

 

Seguía con las patas en el aire, volando más allá de lo que podía hacerlo.

Seguía mirando hacia mis costados para saber que me podía deparar, pero... nada. Estaba perdido en la inmensidad del espacio.

La Luz no la podía ver, estaba todo negro pero ni siquiera la Obscuridad se hacía presente.

 

- ¿Y mis amigos? ¿Estarán bien? Si, claro, para ellos el tiempo no pasa como me pasa a mi. ¿O es al revés? El tiempo no pasa para mi pues la lección es mía. Si no pasa para mi no debe pasar para ellos. En fin... me voy a quedar tranquilo a esperar a que algo suceda. ¡Me estoy enloqueciendo sólo!

Me sentía disminuido por querer jugar al maestro siempre, quizás estaba agrandado por la enseñanza que los distintos maestros que tuve me dejaron. Al maestro siempre le solemos buscar los defectos cuando no nos queda duda de que es un maestro. La enseñanza está en darse cuenta de por qué es un maestro y no para quien lo es. Un maestro es porque es, lo único que debemos hacer es reconocerlo para poder dar el mismo ejemplo en otros momentos. Es como el amor sin comprensión, es amor igual. Si lo llegáramos a comprender, podríamos ser felices, igual aunque no tengamos comprensión de los demás. El amor sólo basta con otorgarlo, sin esperar nada a cambio, ese es para mi el verdadero amor. Si perdemos el tiempo criticando a los demás, es únicamente porque no hay amor en nosotros mismos.

 

Mientras mis reflexiones de la vida seguían en mi cabeza, traté de saber dónde estaba mi cuerpo y si realmente tenía alguna conexión con mi alma. En eso, no sabía por qué, me di cuenta que estaba suspendido tal como estaría un astronauta en el espacio.

Estaba todo en silencio. Podía divisar la inmensidad del universo. Me sentía como un angelito, observando el gran poder que tiene Dios sobre las cosas.

Pensé que podría estar en órbita, pero... ¿en órbita de qué? ¿De algún planeta? De Dios quizás; o tal vez, ¿sólo de todo lo que no veo de lo malo o de lo bueno que tengo en mi?

No sé, algo estaré buscando, que ni yo sé que es. Debo de encontrar qué es lo que me falta. Debo de averiguar qué es lo que me está afectando tanto. Que será lo que hace que esté en este lugar, como esperando algo, como esperando que recapacite sobre algo al respecto. ¿Cuál será el desenlace de todo esto?

- Está bien... ¡pensaré bien qué causas me llevaron a esta situación! Mi ego, soberbia o como se llame lo que tengo.

Siempre fui una persona de personalidad muy fuerte, muy temperamental. Cuando era chico me calentaba por todo. En casa éramos siete hermanos, seis varones y una mujer. Yo era el séptimo de mis hermanos. Tengo una madre que, luego de la muerte del viejo, tuvo que salirse a buscar la vida para poder mantener a sus siete hijos. Además, sabía que sus hijos estaban creciendo sin padre y que no iba a ser fácil. Nunca la tuvo fácil la pobre vieja. Se casó de nuevo, pero tampoco fue fácil ganarse un lugar en otra familia con otros tantos siete hijos mayores a nosotros. Creo que tampoco fue fácil para ellos y para todos nosotros. Se casó bien, tiene un gran hombre a su lado. Es poderosamente bueno y leal. Pero ella siempre nos enseñó a pelear por nuestros valores. La justicia era y siempre va a ser su consigna. Parece una mujer débil, pero con todo lo que le pasó en la vida se hizo más fuerte de lo que puede parecerle a alguien que no la conoce. Se preocupa mucho por las cosas y nos enseñó a tener sentimientos espontáneos, emociones naturales y por sobre todo a ser personas de bien. El mejor amor que una madre le puede dar a sus hijos, está grabado en el alma de la mía. ¡Mama Mía! El que la conoce sabe perfectamente quién es y por lo que tuvo que luchar. Puedo decir que la mayoría de los valores que uno luego quiere transmitir a sus hijos están en aquellos que mamamos en el seno familiar en el que vivimos. Mis hermanos y yo tenemos todo para ganar en esta vida, pues tenemos los verdaderos valores que hace a un individuo culto de valores. Mi madre siempre me dijo: “los hombres cultos no se ven por la posición socio-económica en que están, se ven por el simple hecho de ser simples cultores de valores”.

Por supuesto, luego sus hijos crecieron, y no les voy a mentir que no les trajeron algunos problemitas. Es que el crecimiento de un hijo es justamente eso, ver que los problemas que puedan tener los hijos son los problemas no resueltos de sus padres. El más problemático de todos mis hermanos, sin lugar a dudas, siempre fui yo.

Mis hermanos, no lo digo yo, son las personas más buenas y nobles de este mundo. Son queridos por el don de ser buenas personas. Esto es, sin duda, lo más importante que le puede dar una madre a un hijo. Creo que yo soy el que más me desvié del camino, pero creo que fue también porque soy más ansioso, más inquieto, más terco.

Todo tiene una explicación racional. Eso es lo que debo de seguir buscando: “volver a enderezarme”. En una familia siempre están los más fuertes, o sea los más grandes; los más débiles, o sea los más chicos; y están aquellos del medio como yo, los que reciben y otorgan. En esa fila estaba yo. Aprendiendo a callar con los mayores y descargarme la calentura con mi hermano más chico. Cómo no teníamos mucha diferencia de edad, teníamos amigos casi de la misma edad. Las peleas de hermanos se hacían duras para mi. Mientras mis hermanos mayores me daban duro si me hacía el loco, siempre con respeto, mi hermano menor me hacía frente. Mis hermanos mayores, incluso mi madre y mi hermana, me castigaban si me hacía el loco con mi hermanito, pero toda pelea en casa nunca terminó en el festejo del que tenía la razón, sino en la reflexión del que se había equivocado.

El crecimiento familiar se dió con toda normalidad. Como toda familia, nos queríamos y seguimos queriéndonos más que nunca. El tema que si tenemos que estudiar nuestros comportamientos hoy debemos encontrar la explicación en el crecimiento, en el seno familiar, como haría cualquier psicólogo.

O sea, en pocas palabras, fui un chico que creció con algún trauma. Trauma de no tener padre. Traumas y más traumas. Trauma de sentirme un chico gracioso, lindo, bueno y mimado ante la gente, y por otro lado debía ajustar mi comportamiento en casa con el de afuera de casa. La descarga de mi educación en casa, siempre la hice fuera de casa, siempre me agrandaba con lo aprendido en casa. La descarga de lo que me pasaba fuera de casa siempre la hacía en casa, todo lo malo que me pasaba afuera lo sufría mi propia familia. Si me iba mal en la escuela o me peleaba con alguien en la escuela nunca lo decía, pero mostraba mi rabia en casa con mis hermanos. Eso si, si me peleaba con mis hermanos buscaba justicia con revanchas falsas. Siempre fui justiciero, no dejaba pasar una cuando consideraba que no había justicia en la escuela o en la calle. Siempre tuve que descargar mis energías, creo que nunca canalicé mis energías por los canales adecuados.  Fui siempre muy conflictivo, moderado pero conflictivo. Nunca supe resolver algunos temas pendientes. Quizás ahora estoy pagando los platos rotos, las consecuencias de no haber podido resolver esas cuestiones antes.

A pesar de esto, nunca me traumé demasiado, incluso con mis hermanos mantuve siempre la mejor de las relaciones.

Traumas y más traumas, que van y vienen sin cesar. ¡Debo de llegar a la conclusión básica de mis comportamientos! Debo...

 

- ¡ADONDE QUIERES LLEGAR CON TODO ESTO!

- ¡Luz! ¿Dónde estabas?

- SIEMPRE ESTUVE AL LADO TUYO.

- Pero hacía rato que quería que te aparezcas y tú no te hacías escuchar.

- ¿CON QUIÉN CREES QUE ESTUVISTE HABLANDO HASTA AHORA?

- Y... luego de hablar contigo, estuve con la Obscuridad, con los tiburones, me encontré con el viejo de la isla y una pareja no muy feliz en la playa, casi termino en Marte, y ahora estaba hablando sólo, tratando de encontrar los traumas de mi niñez hasta que apareciste.

- Y... ¿QUIÉNES CREES QUE ERAN TODOS ELLOS?

- No sé Luz.

- SON TODOS LOS ESTADOS DE MI ALMA EN EL PASADO. EN UNA ÉPOCA TRANSITÉ AL IGUAL QUE TÚ TODOS ESOS ESTADOS. PERO NO BUSQUES TANTO LOS ERRORES QUE COMETIMOS EN NUESTRA INFANCIA. DICHOS ERRORES SON PARTE DE LA HISTORIA Y POR MÁS QUE LOS TRAIGAMOS A LA MEMORIA NO NOS INDICARÍAN CUALES SON LAS BARRERAS QUE NOS IMPIDEN REALIZARNOS HOY.

- ¡Pero los psicólogos aquí en la Tierra siempre empiezan a estudiarnos el pasado para llegar a entender los problemas que tenemos hoy!

- ESTO NO ES UNA TERAPIA POR TUS ACTOS, SINO QUE SE TRATA DE SALVAR TU ALMA.   DE TODOS MODOS, - ESOS ERRORES - ES BUENO QUE SEPAS QUE LOS TUVISTE Y QUE LOS PODÉS VOLVER A TENER CADA VEZ QUE PISES MAL, POR ESO ES QUE DEJÉ QUE LOS RECUERDES PARA QUE SEPAS QUE NI TAN BAJO SE PUEDE CAER - NI TAN ALTO PODEMOS LLEVAR NUESTRO EGO.

- ¿Entonces no debo de enloquecerme con el pasado?

- ENLOQUECERTE JAMÁS. SI PUEDES RECONOCER TODO LO MAL QUE TE INFLUENCIARON ALGUNAS COSAS DEL PASADO, PERO DEBES SABER QUE ESAS COSAS NO HACEN TU ESPÍRITU. EL ÚNICO QUE HACE A TU ESPÍRITU ES TU PRESENTE Y TU LO SABES. NO DEBES BUSCAR MÁS EXCUSAS EN EL PASADO. ¿ESTAS LISTO PARA AFRONTAR TU PRESENTE?

- No sé, creo que sí. ¿Tú que dices que haga?

- YO DIGO LO QUE DIGAS TÚ. LO ÚNICO QUE ME GUSTARÍA AGREGAR ES QUE EL PRESENTE ES ESTE Y YA ESTÁS PREGUNTANDO SOBRE TU FUTURO.

- Entonces, si éste es mi presente, ¿me quieres decir que ya lo estoy enfrentando?

- EXACTAMENTE.

- ¡Luz! Antes de que desaparezcas nuevamente, ¿cómo encuentro yo el camino?

- PRIMERO: NO DESAPARECERÉ JAMÁS. RECUERDA QUE SOY LA VOZ DE TU CONCIENCIA.   

- Ok.

- SEGUNDO: YA ESTÁS EN EL CAMINO.

- Pero... ¿no crees que me he desviado de éste un poco?

- RECUERDA LO QUE TE DIJE DEL CAMPEONATO: NO IMPORTA CUÁNTO TIEMPO TE LLEVE ALZAR LA COPA, LO IMPORTANTE ES PERSEGUIRLA. LA COPA, EL TESORO O COMO QUIERAS LLAMARLE SIEMPRE ESTARÁ AHÍ, EN EL MISMO LUGAR: EN TU ALMA. QUIZÁS ENCUENTRES UN POCO FAMILIAR LO QUE TE VOY A DECIR, PERO A VECES PODEMOS RECORRER EL MUNDO ENTERO EN BUSCA DE ESE TESORO Y TERMINAMOS ENCONTRÁNDOLO EN EL PROPIO JARDÍN DE NUESTRA CASA.  NO IMPORTA POR LAS AVENTURAS QUE PASES O EN LOS ERRORES EN LOS QUE INCURRAS EN EL PROCESO, LO ÚNICO IMPORTANTE ES LA BÚSQUEDA MISMA. MIENTRAS ESTÉS EN ESA BÚSQUEDA LO ÚNICO QUE IMPORTA ES EL APRENDIZAJE.  LO ÚNICO QUE TE PUEDO DECIR ES QUE EL TESORO Y TODOS LOS TESOROS DEL MUNDO LOS TENÉS ANTE TUS OJOS. BÚSCALOS POR TODO EL UNIVERSO Y QUIZÁS ESTÉN EN EL JARDÍN DE TU CASA, TÚ SABES COMO ENCONTRARLOS. ENCUÉNTRALO, APROVÉCHALO Y DISFRÚTALO CUÁNTO ANTES.  PERO NUNCA OLVIDES QUE SI NO SALES A BUSCAR TU TESORO EN EL UNIVERSO – JAMÁS LO PODRÁS ENCONTRAR DENTRO DE TU CASA.

- Gracias Luz. Prometo no volver a insultarte. Yo sé que, al hacerlo, me lo estaría haciendo a mi mismo.

- ESPERO ENCUENTRES TU CAMINO. PIENSA QUE A VECES UNA PAREJA DE JÓVENES CHETOS PUEDE TENER MÁS AÑOS QUE UN SABIO ESCONDIDO EN SU VEJEZ, PERO NUNCA MÁS SABIDURÍA. LA CLAVE ESTÁ EN SEGUIR UNO DE LOS DOS CAMINOS: EL BIEN O EL MAL.

 

En un abrir y cerrar de ojos, me encontré mirando la isla desde la cima del morro. Esa misma isla que hace un rato había dejado debajo de mi ego.

Mi sombra ya no estaba con mi forma, salía de mis patas y era más larga que ancha. Estaba pisando tierra. Estaba arriba, en la cima; y no arriba de la cima. Esto me dejaba un mensaje: “cuando se sube a la cima uno recién ahí se da cuenta de lo que se tiene en la llanura”. Cuando se llega a la cima intelectual y luego la emocional, y cuando se llega a todas, uno mira hacia abajo y ve la isla paradisíaca, con el viejo, el mar y las conchas; y se da cuenta que toda cima tiene su bajada, uno nunca se puede mantener toda la vida en la cima.  Hay que bajar la montaña para luego volver a subirla. El espíritu de la cima es lo que hay debajo, lo que no vemos abajo cuando comenzamos a subir. O sea, lo espiritual, la Luz, sólo se alcanza equivocándose una y otra vez.

Por este motivo, es que debemos de nutrirnos de energía física, intelectual y emocional, no concentrarse únicamente en la espiritual. Esta última solo la veremos cuando estemos física, mental y emocionalmente bien.

 

Luego de admirar la isla desde la cima comencé nuevamente el descenso. Me dispuse a descender hacia la playa y volví a apreciar la isla entera. Era una isla que tenía variados paisajes y climas por doquier. Era tan, pero tan inmensa que no me alcanzaba la vista para verla. De todos modos sabía que existía y eso me hacía pensar en todo lo que me faltaba por conocer, que en definitiva era lo que más me entusiasmaba. Ahí me di cuenta que cuánto uno más vivía más le faltaba por vivir. O sea, que cuánto uno más aprende se da cuenta que más cosas le queda por aprender. Cuánto más intensamente se viva la vida, más vida vamos a tener y el tiempo de vida es totalmente secundario.

Ahora, aunque estaba debajo de la cima – en la llanura – sabía cómo era esa isla desde arriba, no necesitaba estar arriba para conocerla y disfrutarla. Ahora estaba juntando conchas de la playa junto al Viejo Sabio, aprendiendo y valorando lo que más nos llena en esta vida, el Amor.

Sin duda, estaba emocionado. Tenía toda la energía emocional acumulada. La quería expresar de alguna manera.

A veces pienso que es por encontrarle algún significado lógico a la muerte o porque los humanos no queremos aceptar pasar por esta vida y ser olvidados tan fácilmente, como si después de la vida sólo existiese la nada. No creo que ande buscando una actitud justificativa de la muerte, creo en la energía infinita, creo que es lo único comprobado científicamente que no puede ser probado. Es raro.  Creo terminantemente en la energía espiritual porque es la única que puede prevalecer ante todas las demás, creo en la Energía Viva de las Almas porque creo en el Espíritu de las cosas y no creo en la Nada de Nada.

 

Con lo que me había costado llegar hasta ahí, temía no tener restos para alcanzar lo espiritual, que estaba abajo en la isla, con mis seres queridos.

Parecía mentira, había estado ahí y en vez de disfrutarlo tuve que subir para darme cuenta que el espíritu puede estar - abajo - en una playa paradisíaca o en la selva espesa y espinosa. Tal vez, el espíritu podía estar ahí mismo, en la cima y no verlo. Lo que más rescato de esto es que en cada bajada y en cada subida se encuentra nuestro espíritu de búsqueda y el camino a recorrer puede dejarnos tantas enseñanzas como la meta misma de llegar. Lo importante no era ganar la batalla de lograrlo, sino la de intentarlo siempre. Ese debía ser el espíritu a seguir.

El tema es disfrutar los distintos momentos de la vida. Ahora, ya sabía que estaba con mi espíritu y que la vida es una aventura del espíritu. El espíritu viaja por ella como yo viajo por la isla. Lo importante era tener espíritu aventurero para conocerme más y más.

 

Puedo ver la isla, me quedaría en la cima, ¿pero como puedo disfrutarla y conocerla más? Bajando y explorándola.

Es la isla, es la vida, iluminada por mi mismo espíritu, el único que puede ver lo que mis ojos jamás verán.

¿A dónde iré? ¿Y si me quedo? Si me quedara arriba de la cima seguiría viviendo en una burbuja y estaría muerto en vida. Tengo que bajar y afrontar la vida, y cada tanto si se puede subir mejor, para tener más vista y ojear como es la cancha, pero de quedarnos estaríamos como el rico enrejado en su propia riqueza. Aventuradas sean la Almas desganadas - que intentan escalar la Montaña - para poder apreciar mejor los desganos de su crianza y saber que son el verdadero sentir del Ser si se muestran como son y no como lo que quisieron ser.

No importa, lo mejor es que ya estoy en el camino y es lo único que importa.

¡Voy a bajar!

CAPÍTULO IX

REENCUENTRO Y REALIDAD

 

 

 

- ¡Lucasio! ¡Lucasio!

- ¡Lucas!

- ¡Luquitas!

 

- ¿Ehhh? ¿Qué pasa? ¿Qué pasa? – dije con voz de asombro - ¿dónde estoy?

- ¡Llamó tu mujer al celular de Tito, dice que te ama y que te llamó un inversor que quiere invertir sea como sea en tu negocio!

- ¿De qué me estás hablando Macaco? ¿Dónde estoy? Mejor dicho, ¿dónde estaban todos ustedes?

- Estábamos disfrutando de la tormenta arriba del Sacra. ¿A ti que te pasó? Te salimos a buscar y te encontramos acá, como desmayado, recostado en este árbol. ¿Estás bien? – dijo Rafa preocupado.

- Si, estoy bien. – afirmaba mientras me acomodaba en la realidad de mis amigos - ¿Dónde está el barco?

- Está unos cuántos metros más abajo, pero nosotros vamos para arriba para tirarnos con los tablones a agarrar la corriente que es fuerte luego del chaparrón que cayó. ¿Vamos? – decía la Hiena Loca.

- No, no voy nada. Quiero tirarme un rato. – dije con mala gana.

- ¿Viste la tormenta?

- A ti que te parece. – dije.

- Si fue alucinante. ¿Vamos?

- No. Déjenme un rato sólo que quiero meditar. ¡Vayan! – dije.

- Pero... ¿qué te pasa nabo?

- ¡Dejalo!, está de malhumor. ¡Vamos!

- Chau Lucasio.

- Chau gente. Nos vemos. Perdón, pero quiero estar solo un rato. ¡Ahora los alcanzo!

 

El día se presentaba ahora con un sol fuerte, totalmente despejado de nubes y con un aire caliente y húmedo a la vez. No había casi viento y estaba pesadito. Ideal como para chapucear entre los peces.

Me pregunto que había sido del sueño extraño que había tenido. ¿Qué pudo haber provocado mi desmayo? ¿La droga tal vez? ¿A dónde había bajado? Y si, a la realidad.

He realizado todo tipo de desmanes en mi vida. Tuve dieciocho entradas en las distintas comisarías de la ciudad hasta los veinte años de edad. He hecho todo lo que no se podía ni debía hacer. Todo esto me lo podrían creer, pero si tuviera que contar el sueño que tuve nadie me lo creería. ¿Que estuve con mi Ángel de la Guarda y Dulce Compañía, que no me desampara ni de noche ni de día? ¡Qué locura la mía! ¿Quién me lo creería? Creo que ni yo lo creo. ¡Pero me pareció tan real todo!

 

- Me voy a tirar un rato en el barco.

 

De repente …,  me encuentro con la Luz misteriosa que entró en mi sueño hace un rato.

Me encaminé hacia esa Luz. La miré y sonrié. Me prendí una tuca que tenía en la caja de La Paz que todavía vivía seca dentro de mi bolsillo. Fumé un par de pitadas y me volvieron las energías en menos de diez pasos.

 

- ¡Qué buen faso este! Me voy a tirar al agua haber si me refresco un poco y recupero más fuerzas para continuar.

 

Vacié los bolsillos y me tiré de cabeza al río. El agua estaba fría pero linda. El sol estaba ya bajando pero el calor afuera todavía se hacía sentir. Mientras hacía la plancha un rato, seguía conversando con la Luz, que aunque no la escuchaba sabía que ahí estaba, junto a mi.

Pero – cada tanto – pensaba:

- ¿No habrá sido el efecto de la tripa que me subió a la cabeza y me hizo delirar todo esto? – seguía pensando mientras hacía la plancha en el río.

Se escuchaban sonar los cánticos de las golondrinas y cada tanto el ruido de alguna cotorra. Las truchas se hacían ver a los saltos a lo largo del arroyo. El paisaje no podía ser mejor. El arroyo, con remolinos, curvas y afluentes por doquier, tenía un monte indígena muy espeso a lo largo de toda su rivera. En las curvas del arroyo se formaban ensenadas de arena que conformaban verdaderas playas casi mágicas.

Decidí dejarme llevar por la corriente hasta donde se encontraba el barco. La corriente era fuerte y si te quedabas haciendo la plancha te llevaba más rápido que el trote mismo de un caballo, lo único que debía hacer era poner las manos de timón para darle dirección a mi cuerpo.

Mientras miraba el cielo pensaba. ¿Por qué la Flaca se habrá puesto tan contenta? ¡Me llamó acá para decirme que me ama! ¡Nunca me lo hubiera imaginado! Sé que me quiere con toda el alma, pero me parece poco probable que se lo diga a un tercero. Algo raro está pasando. ¡Qué grande la flaca! ¡La quiero tanto! La quiero llamar de algún celular apenas llegue al barco.

 

¡Hei! ¡Muchachito!

- ¡Divino!

- ¿Adónde vas mi amor?

- ¿Te arrimamos?

 

Logré escuchar unas entusiasmadas risas de mujeres a mi lado queriendo coquetear y divertirse un rato conmigo.

Dejé la posición de plancha para poder acreditar lo que me estaba aconteciendo. Me incliné hacia un lado y las vi. Eran cuatro chicas, a simple vista, muy bien parecidas. En realidad, - luego de detener la vista fijamente en ellas - me di cuenta que estaban divinas. Y era lo más lindo que había visto en 2 días – lejos de todo en el medio de la nada –, fijate vos que soy un ser humano y débil.

Las chicas, de aproximadamente unos veinti pocos años de edad, estaban pescando con mosca, pero dada la gran correntada del arroyo se vieron obligadas a dedicarse a otro tipo de pesca, utilizándose a ellas mismas de carnada.

¡Niñas pescadoras! ¡Impresionante!

El bote en el que se encontraban, era un gomón de doce pies de eslora con un motor Honda de treinta y cinco caballos de fuerza.

Apenas me volví hacia ellas, las miré como sorprendido y vi que se estremecían de vergüenza por el abordo.

Ahora tenía que hacer yo mi jugada. Esperaban algo de mi y debía de tener una buena jugada. Además, pensaba que si hacía un buen trabajo iba a ser bien reconocido por mis amigos.

¡Si seré tarado! ¡No cambio más! jeje

- ¿Qué hacen chicas? ¿Pescando un poco? ¿Me pregunto si tendrán buena carnada para un pez gordo como yo? – dije como para romper el hielo o disparar como una trucha.

Se escucharon risas.

- ¡Si, claro! – dijo animada la única rubia de la cuadrilla.

- Si me prometen devolverme al río puedo llegar a picar. – dije.

 

- ¿Y si no te devolvemos? Ji Ji – contestó una morocha con pecas en la cara y lindas formas – mientras todas las demás largaban alguna risita picarona.

- Si prometen no dejarme en el balde perdido junto a otros peces lo permitiría. Ahora, si me toman como un pez especial me gustaría. Igual ustedes, si me aceptan y no llega a haber pique me entregan como carnada me parece. jeje  

- juajuajua juajuajua

- Si siguen con hambre les puedo asegurar que hay más pique río abajo, hay por lo menos diez peces más, algunos más gorditos y todo. jeje

- No, no necesitamos. ¡Gracias! – dijo la más recatada.

- ¡Contigo sólo, nos hacemos un banquete! – dijo la pecosa, que era la más atrevida de todas, mientras se escuchaba el juá juá de todas las amigas.

- ¿De dónde son chicas?

- De aquí enfrente.

- ¿De Concepción?

- No, ¡somos las pescadoras del río! – contestó la pecosa.

- juajua

- Pero ustedes no son de esas de comer cualquier pez. Parecen muy exquisitas a la hora de comer. ¿O no? – pregunté yo.

- Nosotras no comemos pescaditos. Sólo pescamos y los volvemos al río. – respondió la más delgadita de todas. – Cómo a ti, acá te quedás, ni siquiera vas al balde. Necesitamos carne fresca jajaj.

- Ah ok, ¡mirá tú! ¿Y si me ahogo en mis lágrimas? ¡Contra eso no puedo! – dije con cara de desahuciado. -  ¡Ahhhh! Ya veo. Pero... ¿qué tipo de banquete se iban a hacer conmigo?

- ¡No no! ¡Nosotras no comemos pescaditos viejos! Juajua… Sólo comemos chorizo! – exclamó la pecosa con muchos juá juás.

- ¡Ah bueno! Ustedes se metieron algo en la garganta y no creo que haya sido únicamente algo sólido. Si quieren que la comida alcance para todas, ¡vayan río abajo que están mis amigos! Ja ja – dije sarcásticamente.

- juajua

- juajuaju juajua juajaujaua

 

Se escuchaban las carcajadas de las chicas a cada comentario. Estaban para la joda y se notaba que buscaban salir de la monotonía. Yo mientras hablaba pensaba en la flaca. ¿Por qué el hombre será el único animal que se persigue antes de que sucedan las cosas? Será que es el único que se arrepiente. No creo. Yo vi perros arrepentirse y volver con una sonrisa hacia mi - por sentir lástima de mi mismo.  Los perros y todos los seres vivos sienten lo mismo que la el animal que quieren.  Es que ellos sienten, temen, se arrepienten – aunque los humanos no quiéramos ser humanos - y no nos demos cuenta -, eso es así.

 

- ¡Si, estamos re mamadas! ¿Querés un poco? – dijo la rubia mostrándome una botella de coca de dos litros llena de un líquido amarillo a mitad de botella mientras yo me despertaba de mis pensamientos. Yo seguía como anonadado con el golpe que tuve en el bosque, de ese golpe lindo – ¡dónde yo ya no era el mismo!

- ¿Querés un poco o no?

- ¿Eh? … …  Ah si!  Bueno. Dejame probar. – dije, sorprendido de que mi vida siga transcurriendo en esta divina realidad, realidad que es la vida misma.

- ¡Tomá! – me decía – y cuando me di cuenta tenía una mano extendida hacia mi; y entre mis ojos, un vaso cantando al son ni son junto al hielo y el líquido estrepitoso que seguramente salpicaba dentro, haciendo el sonido agudo del compás.

Cuando me introduje el líquido por mi garganta me di cuenta que tenía gran medida de vodka y algo de jugo de naranja. Era fuerte el trago. Las chicas estaban bastante sobrias para haberse tomado la mitad de la botella de dos litros, o sea un litro entre las cuatro. Tenían frescura en sus miradas. Miradas anchas, ¡que cuando las mirabas te la metían hasta la garganta! Quizás parecían sobrias, pero me parecía que no habóa fobia, tenían mucha cancha, mucho estaño en sus miradas. Eran gargantas ya curadas, no había cigarras en sus gargantas, de sus bocas no se desprendían palabras atragantadas. Eran finas y con clase. Eso me sedujo.

 

- ¿Te gusta?

- MMMMMM Si, pero ahora me doy cuenta de que voy directo al balde. – risas y más risas.

- ¿Cómo te llamás? – preguntó la más negrita de las cuatro, inclinándose hacia mi. Una divina que no daba nada, pero al mirarla me increpó una mirada de la nada, que me hizo ver su Alma.

Había estado muy escondida y fue la única que estuvo silenciosa hasta el momento.

Ahí me di cuenta de que era la más linda de todas.  Me di cuenta que fue la única que no me había tratado como a un pez gordo. Su armadura se sentía que se abría con inteligencia y gracia. Se notaba que había un angel dentro de ella. ¡Cuánto mejor le queda a las mujeres ser simpáticas!, pueden llegar a tapar tantas cosas - que no tapan ni con la pilcha ni con el propio maquillaje.

 

- ¿Cómo te llamas? – me preguntó – de nuevo - una voz que sonaba por detrás, pero lo único que miraba era a mi morocha que seguía esperando una respuesta sensata – pero no apurada.

- Lucas. ¿Y tú? – contesté yo mientras no podía sacarle mi mirada, es que le tenía que jugar esa pulseada.  Pulseada de miradas, sin querer ganar y sin perder, quería que siga para siempre.

- Yo Natalia. – dijo atropellando la pecosa.

- ¿Tú no eras la pescadora del río?

- Todas lo somos.

- ¿Y tú cómo te llamás? – dije mirando fijo a la negrita que tenía atrapada mi alma y mi mirada.

- Me llamo Catalina.

- ¡Qué lindo nombre que tenés! ¡Catalina!

- Tú también. – me dijo.

- Gracias. ¿Y de dónde sos Catalina?

- Somos de Young, pero vivimos en Montevideo. Ella es Francisca, ella Lorenza y ella Natalia. Estamos en la estancia de mi padre que queda río arriba.

- jeje Ok. Mirá. Nosotros estamos en el Sacra, un barco que se alquila en Paysandú por el fin de semana. Somos como diez y la verdad estamos pa la joda total, viste como somos los varones. Pero somos buena gente y nos cuidamos entre todos. Cuando hay uno que se va del rumbo lo acomodamos, ¡para eso somos amigos!

- ¡Nosotras también! – saltó Francisca de repente - Podemos joder juntos. ¡Pero ustedes son muchos! Juajua  – replicaba la rubia, mientras reían.

- Éramos muchos. Ahora debemos ser muchos menos. Siempre van quedando algunos por el camino. ¡Fijate, ahora yo me transformé en pez!

- Bueno, entonces tratamos de seguir pescando algo que valga la pena por acá. – se adelantó a decir la pecosa, mientras la negrita observaba silenciosa, con la mirada fija en mi quijada. Tenía una mirada inteligente y penetrante que me hacía sacar cosquillas de mi cuerpo. Me derretía en su dulce seducción. Me gustaba esa chiquita estanciera. Yo sabía cuando me picaba. Y pensaba y me preguntaba: ¿cuántos momentos son tan lindos como este? El Amor – aunque haya encontrado su Rincón – siempre está abierto a otros Corazones, uno no lo puede evitar.

- ¡Podemos hacer una cosa! – dije yo - Veo que el trago que están tomando le falta un poco de frío. Me subo al gomón, me arriman hasta el barco y arreglamos un poco ese trago. Si algún boludo se llega a pasar, que no creo que suceda, yo me hago cargo, las subo de nuevo al bote y las salvo de todo mal, pero no les va a pasar. Si ven que los ánimos son buenos, se quedan un rato y seguimos la charla. A mi, en lo personal, me divierte la idea de estar un rato con ustedes. En una palabra, ya estoy cansado de estar solo con muchachotes brutos. – decía mientras las niñas se miraban - ¿Me llevan? – supliqué con la mejor de mis caras de bueno necesitado.

 

Se miraron entre ellas e hicieron un gesto de aprobación.

 

- ¡Dale! – dijo la rubia. - ¡Subite!

 

Mientras me subía al gomón pude darme cuenta que allá en la última curva que daba el río venían los dementes gritando y haciendo pavadas con juegos de manos y todo arriba de una tabla.

Me apuré a subir y les advertí que allá lejos venían mis amigos.  ¡Fuaaa!, era el momento menos propicio para conocerlos, ya que venían fatigados por la travesía a nado.

- Podemos pasar por al lado y dejarlos protestando. – dije como aconsejando, pero como casi una orden – Que sepan que vamos al barco pero nunca se acerquen demasiado a ellos.

- No paren. No dejen que se acerquen al gomón. Arrancamos y los esperamos bien cansaditos en el barco. ¿Les parece? – volví a decir más fuerte, haciendo un esfuerzo de hablar por arriba del motor.

- ¡Dónde manda capitán no manda marinero! – me contestó Catalina con esa vocesita tierna y delicada que me tenía encandilado. Era la que timoneaba el gomón, la verdadera capitana de esta marcha.

 

Me reacomodé en uno de los costados del gomón y el agua que salpicaba me hizo pararme para mudarme de allí. Me senté en proa y arrancamos hacia donde estaban los muchachos a todo trapo. Tal fue la fuerza del gomón que terminé – boca arriba - al lado de la negrita, que estaba timoneando en popa. Me miró de reojo con una sonrisa divina, con una mirada muy insinuadora y penetrante. Mientras se sonreía me extendió su mano y me ayudó a recomponerme de nuevo en un lugar del gomón. Me volví a acomodar y cuando encontré la posición ya estábamos encima de ellos, cuando escucho los gritos al unísono:

 

- ¡Divinas!

- ¡Mi amor, vení a rescatarnos!

- ¡Vengan que tenemos algo para ustedes, cachorritas!

- ¡Vengan nenas que les damos de bomba!

- Divinaaaaaaaaaaaaaaasssssssssssssssssssssssssssssssssssssss!!!!

 

No podía acreditar lo que estaba escuchando. Había hecho todo un trabajo fino para conquistar la confianza de las chicas y estos tarados me estaban echando todo por la borda. - ¿Qué hago ahora? – pensé.

 

- No se preocupen por las taradeses y pelotudeces que puedan escuchar. ¡En tierra firme no dicen tanta boludez! – dije mientras pensaba que eran unos retardados mentales. Tienen cuatro minitas para abordar y no hacen nada productivo. El uruguayo bobo siempre da por pérdido de antemano lo que con un poco más de laburo se puede obtener. Una minitas divinas le pasan por al lado de ellos en lancha y no son capaces de encarar nada. ¡Siempre igual!  Jaja. ¡Quizás yo hubiera hecho lo mismo! No digo nada. jaj

Catalina les pasó por al lado - casi frenando la marcha pero sin parar – y se frenó a unos 10 metros de distancia como para que no les de ni para empezar a nadar hasta el bote. No quería dar ventajas y ser sorprendida de cualquier abordaje. Era muy precavida la negrita.

 

- ¡Estúpidos! Traten con un poco de respeto a mis amigas. ¿Cómo van a insultar de esa manera? – les decía con una sonrisa picarona en mis labios, siempre intentando preservar el poder de seducción que mantenía con ellas.

 

Pero la risa de la tripa no podía controlarse en ellos. ¡Estaban todos de la mente en serio! Tenían todos ojos de loco, sus caritas se vendían solas. No estaban para pensar en nada, sólo reirse sin parar, tratando de sacar fuera toda la energía que les quedaba. Jua jua.

Recién comenzarona percibir que yo no estaba con ellos sino arriba del bote. Jajaj. ¡Qué boludos! ¡Estaban de la mente mal! Todo lo que venía trabajando hacía un rato con las mujeres, era secundario para ellos. Lo único que estaban disfrutando era de la tripa que podía con cualquier palabra e invernada, y les importaba un bledo lo que puedan estar ahuyentando, sólo reían a carcajadas. Juajuia.  Luego de asimilar donde estaban ellos y donde estaba yo, luego de sorprenderse un poco de verme en el gomón, comenzaron una serie de burlas y ademanes no muy pintorescos. Me querían quemar todo. Querían que me ponga al mismo nivel de ellos y que me tiren al agua para cagarme toda la faeneada de las damas. ¡Qué zoretes mis amigos! Jeje.

 

- ¡Lucasio! ¡Dejá alguna pa nosotros! ¡Zoreteeee!

 

Pensaba rápidamente en mi respuesta. Tenía que ser una que convenza a  mis amigos y a la vez siga seduciendo a las mujeres que todavía me mantenían en su Arca.

- Me parece que me voy a quedar con las cuatro solo para mi. A ustedes los veo en Monte... – el gomón disparó de golpe sin que pueda terminar el concepto, emprendiendo viaje hacia donde estaba el Sacra. Por supuesto, volví a terminar en los pies de Catalina, que me volvió a mirar con esos ojitos verdes vidriosos e insinuadores, mientras me estiraba su mano para reincorporarme de la caída.

 

- Tus amigos están un poco locos. – me dijo Lorenza, la delgadita.

- SSSSSiiiiii, la verdad que si. No te creas igual que son siempre mis amigos. Ja no, no creas que son siempre así, son buena gente. Vamos a esperarlos en el barco que van a llegar más tranquilos y sedados por su travesía loca. Dejémoslos que salgan del agua, van a ver que cara a cara son respetuosos. Tranqui. Confíen en mi.

- ¡Ni loca me subo a un barco con esa gente! – dijo la pecosa con voz seria y decidida.

- ¡Bo... nooooo, ¡ni te quemes!, ya vas a ver. Yo conozco a mis amigos. Está todo bien, son más buenos que Lazzie. – terminaba de expresarles mi ánimo de que no se espanten y se vayan, quería darles confianza. - ¡Vas a ver! ¡No seas boluda!

- ¿Boluda? ¡Boludo serás vos!

- No, perdón, no quise decirt... tete que que …  Te lo dije en una buena.

- No seas tarado. Te estoy jodiendo. ¿Con quién te pensás que estás? ¿Con nenitas de mamá? ¡Vamos al barco a preparar la fieestaaaa!

- Bo, ¡no me digas tarado!, ¿tá? – dije en tono de chiste, tratando de no mostrarme sorprendido.

- ¡¡¡¡Huiiiiiijaaaa!!!! – ahuyó la más zarpada de las cuatro, Natalia la rubia. - ¡Allá Vamossss!

 

La negrita llevaba el motor totalmente exigido y el gomón se deslizaba casi por los aires. Las curvas las hacíamos deslizando con el gomón de costado y le hacía un finito a cada rama que salía de debajo del agua. Íbamos a toda velocidad a favor de la corriente hacia la desembocadura con el Río Uruguay.

 

El gomón despertó en mi toda la adrenalina que tenía bloqueada hasta ahora.

Cuando llegamos al Sacra no podía creerlo. Me había parecido una vida desde que no lo veía y apenas había pasado una hora.

- ¿Una hora? Es imposible. – dije hablando solo, mientras pensaba en todo lo que había pasado en esa hora.

 

- ¿Qué? – me preguntaron por mi acotación extraña.

- No nada, ¡ese es el barco!  - dije yo.

- Está bueno el barquito, ¿eh?

- Si, es cómodo. – dije contestando sin pensar, pues mi cabecita ya estaba persiguiéndose, sumergida entre los tiburones del mal, que no me dejaban disfrutar bien el momento. ¿Sería la cola de paja de querer, de amar y no poder jugar ese juego en Paz - por la difícil realidad – la Fidelidad que me llamaba y no me dejaba de atormentar?

 

Cuando amarramos el gomón al Sacra, se escuchaban entre líneas algunas voces amenazadoras. Por suerte sólo eran algunos de los otros muchachos que jugaban a las cartas, que estaban más tranquilos creo yo.

 

- Truco

- Quiero. Quiero ver qué tenés. ¡No tenés nada! ¡Sos pura boquilla!

- ¿Y entonces garca?

- ¿Entonces? ¿Qué hago? ¿Qué digo? ¡Diooooosss! ¡Retruco bananún!

- ¿Qué tenés? Vos si que no tenés nada, estoy seguro.

- ¡Dale! Quereme entonces.

 

Cuando me aproximé me di cuenta que eran Rape, el Chinche, el Tito y el Rusito quienes se habían quedado jugando a las cartas en el barco.

Ayudé a subir a las mujeres y aproveché para mirarles la cola. Cuando, por último, ayudé a Catalina a subir, me di cuenta que era un despelote de mina. ¡Estaba fuertísima! La agarré de las caderas como para darle impulso hacia arriba de la cubierta, y me puse más nervioso y ansioso aún. Cuando terminó de acomodarse en la cubierta se dio vuelta, me miró y sonrió, como dándome entrada a su noble corazón. Y pensé: ¡Qué pendeja divina, inteligente, sin decir una palabra – con la mirada - dice todo! La pendeja movía el culito de un lado a otro con una armonía que yo sólo había notado en mi mujer la primera vez que la conocí. Catalina tenía una blusa que le llegaba hasta la falda en donde se podía divisar la malla negra que tenía por debajo. ¡Era una cosa impresionante!

 

Cuando mis amigos detectaron los caballos que estaban abordando el barco, dejaron a un lado las cartas que tenían en la mano y la concentración recayó únicamente en las cuatro bellezas. ¡No podían acreditar lo que tenían ante sus ojos!

 

- ¡Buenas! – saludaba Rape, mientras se paraba para darles un beso de bienvenida.

- Hola. Hola. Hola. – y fueron saludando una a una mientras las invitaban a sentarse con una amabilidad un poco exagerada e inusual en mi. Jeje.

 

Me miraron tímidamente como para averiguar si realmente se ubicaban junto a ellos. Les hice un gesto de “todo bien”.

- ¡Pasen! ¡Pasen! Siéntanse como en su casa. – me adelanté a decir antes de que se atrevan a hacer nada.

 

Mis amigos ofrecieron inmediatamente comida y bebida a las chicas. Las chicas aceptaron la invitación y respiré hondo...

Comenzaron las metralletas de preguntas y respuestas. Cuando vi que ya habían agarrado confianza, le hice una seña a Rape y me fui derecho al baño.

 

Rape cayó al minuto y sacando la sabol del bolsillo me preguntó de dónde las había sacado – “están divinas” me decía como agradeciendo el gesto de traerlas. – ¡sos un genio!

Le expliqué con pocas palabras que me habían pescado río arriba y que yo solo era una carnada para sus presas. - ¡Soy la carnada para mis amigos! – bromeaba yo.

¿Yo de carnada? Nunca había hecho en mi vida el papel de carnada, sino todo lo contrario, aunque más de una vez le cedí la presa a algún amigo, sólo la que me sobraba o no me interesaba. Sólo alguna vez me quedé sin nada. Es que – humildemente - hacía siempre bien el laburo y me llevaba siempre algo de la tajada. Pero, no les voy a mentir a esta altura del partido, ¡alguna gordita que otra me comí!

 

- No sé, ¡pero por las dudas ni te acerques a la negrita de ojos verdes! – le dije sin querer queriendo, tal cuál el Chavo del Ocho – arrepintiéndome de entregar toda la merca y de dar chance de quedarme sin nada. Jeje.

 

- ¡daaa! ¡Justo esa! No, elegí otra.

- ¡Eeeehh! Jua. Noooo. No Rape. Ya elegí y ella ya me eligió. ¡Seducite a otra papá!

- ¡Ahhh! Pero te la soplo gil.

- Callate y dame eso. – juas y más jua juas.

 

Me tomé un saque grande. Pensaba que debía de emparejar el estado que tenía del faso que me había fumado - ya que no podía ni hablar. Debía lograr mi equilibrio mental. Tenía que estar claro, pero dudo de que esto me iba a ayudar algo. Pero...¿qué estoy diciendo? ¡Si ni sabía lo que hacía! Yo simplemente lo hacía, estaba lejos de la civilización y de todo susto, y hacía lo que no debía. ¿Sabía lo que hacía? ¿O no quería saber para no entender?

                                                                            

Rape ya había salido del baño. Me quedé sentado en el trono inmóvil, como esperando que pase el tiempo para razonar un poco en la situación en que me hallaba.

Pensaba en los valores que siempre imperaron en mi, con los que fui educado. Sabía que no debía desprenderme de ellos, porque si no era boleta. – Mi mujer, mis hijos, mis hermanos, mi madre, los hermanos y parientes de mi mujer. – Mi cabeza daba vueltas y vueltas. Deliraba. Pensaba y pensaba sin parar. Quería para con esos delirios, pero no paraban.

Alcé la vista hacia el lavatorio y divisé una gran tuca detrás del jabón. La cogí entre el índice y el pulgar de mi mano izquierda y se resbaló al mismo lugar. Hice un nuevo intento con mi diestra, la misma que utilicé toda mi vida para masturbarme, y la llevé hacia mi boca..., ¡la tuca por supuesto! ¿Masturbarme? Eso era lo que debía de hacer para salir del paso y no entubarme en un lío supremo. Sentí rechazo de mi mismo y escupí la tuca hacia cualquier lado. En ese momento, pensé en todo lo sucio y asqueroso que pueden parecer ciertas cosas que hacemos los humanos. Son parte de todos nosotros y no deberíamos de asquearnos. Me pregunto por qué somos el único animal que esconde tantos comportamientos que son propios y normales del propio ser. No se salva nadie de este pecado, todos escondemos u ocultamos cosas. ¿Estará bien? ¿Será un pecado? ¡Qué pendejo que era! No podía seguir aturdiéndome por esas melodías que tiene la vida. Estaba todo bien. ¡Sin persecutas! – me dije a mi mismo como para salir de ese pesar absurdo que llevaba dentro.

 

Cuando me quise acordar, ya estaba fumando los últimos aceites sabrosos de la tuca – que vaya a saber uno, dónde había estado oculta y cuándo la volví a tomar del piso cuando la escupí.

En fin, ¿qué estaba haciendo aún en ese recinto?

¿Y las chicas?

¡Uuuuuyy!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO X

JUICIO DE MI PROPIO JUICIO, TU JUICIO

 

 

 

¿Cuál era mi vicio en ese momento? ¿Las drogas? ¿El alcohol? ¿El sexo? ¿La amistad? ¿El egoísmo de apoderarme de todo - sin seleccionar un rumbo justo? Estaba tan drogado, tan enfermo por encontrar el estado ideal, que a veces no lo podía disfrutar cuando creía que lo tenía.

¿Las chicas que levanté? ¡Me levantaron! ¡No!, las terminé convenciendo yo, aunque ellas se querían dejar convencer. Pero... ¿qué tiene de malo charlar con chicas? Me gustaban. Pero... ¿qué tiene de malo que me gustaran? Nada. Pero... me dio curiosidad conocer a la negrita. Y... ¿no está mal?, ¿qué estoy haciendo de malo? ¿Engañando a la flaca? ¿A mi familia? ¿A mi mismo? Para nada, sólo me gustó la personalidad que tenía y el culo que prendía de su cuerpo. ¡Qué más da! ¡No hice nada! Creo que hay que apreciar lo bueno que tenemos ante nuestros ojos. ¿Por qué dejar de admirar lo que nos da curiosidad? ¿Tendré que ser tan curioso?

¡Puta, qué locura la mía! ¿Por qué el hombre debe de justificar lo que no hizo aún? ¿Querré anular o restarle importancia a lo que hice mal? Creo que mientras no tengamos la capacidad de reflexionar con nosotros mismos – llámese autocrítica - seguiremos matándonos unos a otros.

Ahí pensé en lo prisionero que somos de esta sociedad y de las distintas sociedades que crea el hombre para sentirse seguro dentro de ellas. Mi cola de paja era grande como ninguna.

- ERES NORMAL, IGUAL QUE TODO EL MUNDO. - me dijo una voz desde mis adentros.

- ¡Luz! ¿Dónde estás?

- ESTOY DENTRO DE TI. SIEMPRE LO ESTARÉ.

- ¿Por qué estoy pensando y diciendo tantas pavadas juntas?

- ERES DÉBIL. NO TE DEJES VENCER POR LAS FUERZAS QUE TE HACEN DAÑO. YA TUVISTE MUCHOS GOLPES EN TU VIDA. ES HORA DE QUE REFLEXIONES BIEN LO QUE QUERÉS.

- Pero... ¿estoy siendo malo conmigo mismo y con los demás? Nunca logré un equilibrio. Ninguna persona que me quiere está segura de mi rumbo, creo yo.

- QUIZÁS NO TE VEAN COMO UNA PERSONA EQUILIBRADA, PERO LO IMPORTANTE ES COMO TE VES TÚ.  ESTÁS AYUDANDO MUCHO A LA GENTE A BUSCAR SU PROPIO EQUILIBRIO Y ESO ESTÁ BUENO. NO ES TODO MALO LO QUE TE PASA.  ASÍ QUE NO TE PREOCUPES DE SI SOS O NO UNA BUENA PERSONA POR EQUIVOCAR EL RUMBO UNA Y OTRA VEZ. SÉ TU MISMO, TANTO EN LOS HECHOS COMO EN LA REFLEXIÓN.  CONFÍA EN TI, EN TUS VALORES QUE SON LO QUE TE HACEN COMO PERSONA.  LAS ACTITUDES SE PUEDEN CORREGIR, LOS VALORES SON INSUPERABLES – YA QUE SON LA ESCENCIA DEL ALMA.

- ¿De qué me preocuparía entonces?

- DE CONOCER TU PROPIO EQUILIBRIO. NO DEJARTE USAR PARA QUE CUMPLAN SUS OBJETIVOS, SINO USAR TU INTELECTO PARA CUMPLIR LOS TUYOS, ASÍ PODRÁS AYUDAR MEJOR A CUMPLIR LOS DE LOS DEMÁS. BUSCÁ EN TU INTERIOR BIEN QUE ES LO QUE QUERÉS REALMENTE. PENSÁ EN TU OBJETIVO FINAL.

- ¿Cuál puede ser mi rumbo?

- EL RUMBO MÁS DIRECTO A TU OBJETIVO NO LO SABE NADIE MÁS QUE TÚ MISMO, PUES TODO RUMBO QUE SE ELIJA ES VÁLIDO, SIEMPRE Y CUANDO ESTÉS EN LA BUSQUEDA PERSONAL DE TI MISMO, DONDE SEGUIMOS ADQUIRIENDO LOS VALORES QUE NOS DARÁN LA FUERZA PARA SALIR DE ESTA Y DE CUALQUIER OTRA. NO ES TAN DIFICIL. SIGUE TUS BUENOS INSTINTOS, ELLOS TE HARÁN SABER DE TUS VERDADEROS OBJETIVOS.

- ¿Cuál puede ser mi objetivo final?

- SÓLO TÚ LO PUEDES AVERIGUAR. NADIE MÁS QUE TÚ.

(

 

)

Se hizo un silencio absoluto por unos instantes. Me quedé en blanco. No sabía dónde se hallaban mis pensamientos. No recordaba nada de lo que estaba procesando mi mente hasta ese momento. No sabía ni con quién estaba ni en qué lugar.

 

- ¡Ah! La Luz.

- ESTO ES COMO UN PARTIDO DE AJEDREZ.    MUEVES LAS PIEZAS CON INTELIGENCIA, BUSCANDO TU OBJETIVO, CREYENDO QUE ES EL JAQUE MATE, PROTEGIENDO ALGUNAS OTRAS PIEZAS CLAVES PARA PODER LOGRARLO Y SACRIFICANDO OTRAS CUANDO TE AYUDAN A ALCANZAR EL JAQUE MATE.    ESTO SE APLICA PARA TODO.  UNO VA POR LA VIDA CREYENDO QUE NO TIENES QUE PERDER NINGUNA PIEZA PARA PODER GANAR OTRAS, Y ESTO NO ES POSIBLE.  DEJAMOS COSAS POR EL CVAMINO Y NOS LAMENTAMOS, PERO NO PENSAMOS EN LO QUE GANAMOS.  ACUÉRDATE QUE SÓLO PERDISTE ALGUNAS PIEZAS EN TU BÚSQUEDA, PERO NO EL JUEGO. EL REY ERES TÚ. EL REY SIGUE DE PIE Y DEBES HACER TODO LO POSIBLE PARA CONSERVARLO.

- ¡Luz! Tienes razón. Todavía sigo de pie. – ¡No puedo creer que estes acá para ayudarme! - Tengo que manejarme con los valores que tengo. Tengo que utilizar el sentido común en mis propias decisiones. ¡Debo de usar bien la cabeza antes de actuar!

- BIEN. VEO QUE TU CABEZA ESTÁ FUNCIONANDO  DE NUEVO.      AHORA..., PARA LAS DECISIONES, - ADEMÁS DE LA RAZÓN - UTILIZA TU CONCIENCIA EMOCIONAL.      NO TE OLVIDES. SÓLO ASÍ DESCANSARÁ EN PAZ TU ESPÍRITU.

- ¡Luz! No creas nunca que no tengo ganas de aprender algo más de la vida. Te necesito. No quiero que me dejes sucumbir.

- NO TE PREOCUPES POR MI, ESTARÉ AL LADO TUYO EN TODO MOMENTO. SÓLO PREOCÚPATE POR TI.

- Gracias Luz, puedo seguir por mi mismo y confiaré en ti cada duda que tenga.

- SÓLO DEBES DE CONFIAR MÁS EN TI, NO ESPERES NADA DE NADIE MÁS QUE DE TI.

 

En ese momento, me di cuenta de que estaba pirando. Pirando mal, ya no por la droga sino por todo lo que la droga no podía esconder de mi espíritu. Ahí concluí que la droga era como la obscuridad, ya no podía pelear con los tiburones de mi propia conciencia. Le estaba ganando una vez más a la droga esa batalla que dura para siempre. Pero sólo por ahora, ¡sólo por hoy!

 

Entonces, me dispuse a encaminarme hacia mi suerte. Abrí la puerta del baño. Caminé por la cubierta de estribor hacia donde estaban los muchachos y estaban todos quietos. ¡Muy quietos! Como inmóviles. Estaban como en una foto congelada, como si el tiempo no pasara. Detuve mi mirada perpleja hacia ellos unos instantes, como para hacerme notar y que se acabe el juego. Pero nada. Nada se movía de su lugar. ¿Qué es esto? – pensaba para mis adentro.

 

¡Hasta la gaviota que volaba a estribor estaba congelada en el cielo! Todo parecía un cuadro sin marco. Todo se había detenido, menos la Luz del Cielo, que iluminado por las Almas, parecía el nido de Dios; y era sólo la Luz de él, que daba entrada a la sabiduría, de saber pensar en paz, pasos del destino implacable, sin tiempos ni contratiempos.

¿Quién sabe más que yo lo que pasó después? ¿Lo decidiré yo o lo decidirán ustedes?

Lo decidiré yo, pues todavía no ha pasado nada. Además, no es tiempo de arrepentimientos sino de oportunismos aprovechables.

Si ustedes mismos sacan sus propias conclusiones de lo que me pasaría a mi en este acto, serían parte de esa misma sociedad que tanto pinta y enchastra nuestras almas.

¡Lo único importante es que sólo yo lo sabré, porque sólo yo puedo tomar tal decisión! ¡No!, mentira, ni siquiera yo, sólo mi conciencia que está haciendo a mi espíritu un poco más santo de lo que es, – ¡sólo debo llegar a él! Porque uno puede decidir sobre lo que piensa hacer, nunca puede ser esclavo de sus propios pensamientos sin saber qué es lo que uno debe ser. Acá es dónde juegan los valores de uno mismo, que decidirán en definitiva nuestro destino. Cuando existe el amor no hay cabida al engaño. Sólo amor. El gran y ansiado Amor.

 

¡Amén!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO XI

SALVACIÒN DE LA FICCIÒN VS. REALIDAD TORCIDA

 

 

 

¡Piénselo usted mismo! Piense para quién escribo el libro. Si para uno o para todos.

¡Para usted señor!, que me está leyendo mis palabras y mis teorías locas de la vida.

¡Y para vos, atorrante!, que aunque hayas ido a pagar el librito, me tomas examen y me juzgás.

Me juzgás a mi y listo. Y está bien. No sé, ¿está bien?  

Si es para tu crecimiento personal está muy bien. Si es sólo para encontrar en otros lo que no encontrás en ti y no podés admitirlo, quizás estás mal rumbeado.   Si no te mostrás como realmente sos tampoco sirve, porque no podés ver lo que el otro tiene en realidad. No evaluar a tu propio ser, que en definitiva es lo que más interesa, es un error, es mirar hacia atrás y quedarte inmerso en el pasado, es aprender con cierto retraso.

A veces no parece que la gente que reflexiona – como los orientales – pueden revivir las vidas pasadas para poder vivir mejor el presente. Estoy convencido de que las culturas orientales nos llevan una ventaja en estas cosas, están más avanzadas que el occidente para entender la Esperanza del Alma que vibra sin cesar, sin dejar de dar batalla por conseguir hablar con la Luz que ilumina nuestras propias Almas.. Será que sintetizan la cultura en pocas palabras.

No es necesario hablar y explicar todo cuando las cosas se pueden entender sin palabras, hasta con una mirada.

Aquí en la Tierra, me parece que nuestro problema - no es que - nos falten y/o nos sobren problemas. Nuestro problema es que aunque tengamos buenos docentes, el “director” no nos deja estudiar bien “La Vida” en esta: “la Universidad de la Tierra”. Tenemos un pésimo director que domina el Mundo Cruel, quizás también un pésimo plan de estudios.

Estudios de Valores. ¿Dónde se aprenden? Deberíamos modificar un poco el programa, si es que el gran jefe, el mismo que hace todas las guerras, lo permite.

Guerras es igual a Crisis.

Crisis es igual a oportunidad en chino. El tema es que las oportunidades deberían de ser iguales para todos, tanto para nosotros los pudientes como para los hambrientos postergados, ¿no? Son las oportunidades las que tenemos que atacar. “Las oportunidades de todos en la vida”, puede ser un buen tema para salvar el año, el siglo, el tiempo y el Cielo. No digo de que podamos recibirnos, pues recibirse en esto no se recibe nadie.

 

Estaba finalmente escribiendo un libro. Esta era mi oportunidad de decir muchas cosas que sentía - o dejar pasar otra oportunidad más en mi vida.

Estaba sentado frente a la computadora, en el escritorio de mi viejo, uno de esos escritorios nobles, antiguos y de buena madera, que hoy en día ya casi no se ven. Es una de esas pocas cosas materiales que quiero y conservo de mi viejo, aunque no sea un individuo de guardar muchos recuerdos.   No porque no me guste, sino porque me gusta manejarme con la antenita que marca mi sentir y además con esto, excuso a mi memoria de toda culpa.  Es un músculo que nunca pude hacerlo laburar como debería. Todo lo decidía, hasta hace poco, con mi lado emocional. Ahora, me lo marca mucho mi lado intelectual.

Me dijera quizás mi abuela “Mima” alguna vez:

“nunca sano, bueno y BOBO”.

No teníamos que ser bobos para ser buenos, de ninguna manera. Todo lo contrario. Deberíamos de ser buenos si, claro que si, pero no a costa de nada.

Era hora de demostrar quién era y que era capaz de ofrecerle algo al mundo.

                                                                           

 

- Mi amor

- ¿Qué?

- ¿Dónde estás? – me preguntó la flaca de mi vida, pensando que estaba en la Luna de Valencia, teniendo uno de esos tantos delirios que tenía, en estado catatónico, como pensando en la nada.

- No sé. ¡Creo que en mi casa intentando hacer un libro mi amor!

 

La flaca me quedó mirando de costado, con una mirada seria y comprensiva a la vez. Yo, conociéndola un poco, le mantuve la mirada unos segundos, - mirada que enseguida la giré rápida y directamente a la computadora - como para volver de lleno al relato de mi libro.

En ese momento escribía de la negrita del gomón que aceleraba mi corazón y me miraba de costado de manera muy provocativa. ¡Tenía todas las de ganar si ese era mi objetivo! Estaba sentada junto a Rape. Este me miró como diciendo: “yo no hice nada”. En ese momento la negrita se paró y de reojo me lanzó una invitación muy tentadora, como para que vaya y ...

 

- Mi amor, ¡por favor dame bola! - me interrumpió nuevamente la flaca, que estaba parada en la puerta observando mi incansable y acelerado ritmo de apasionante escritura.

- Mi amorcito de mi vida, - ahora -, estoy muy enchufado y no quiero desconectarme mucho.

- ¡Ahhhah! ¡Por favurrrrrrrrr!

 

Volví la mirada lentamente hacia ella, como en cámara lenta. La fije en sus ojos como averiguando cuáles eran sus verdaderas intenciones y en qué grado. La miré fijamente sin decirle nada, como intentando averiguar hasta dónde me quería interrogar, haciendo entender que mi lugar estaba con ella y que no me mande ninguna macana. Me pareció por un momento como que me podía leer mientras hacía de las mías en el Sacra, junto a esa negrita misteriosa que me tenía imnotizado. Era como si estuviera haciendo algo malo y la flaca me sacaba.

 

- ¡Dale! ¡Por favor! Le das más bola a esa computadora que a mi. – me decía como suplicándome que vaya junto a ella y que termine de escribir pavadas.

 

Seguía mirándola fijo, esperando el desenlace en ella misma, sabiendo – a la vez - que tenía que afrontar el otro desenlace de mi encuentro con la negrita. Y aunque era sólo un cuento, un invento de mi mente, había algo que me estaba atormentando. ¡No sabía qué! Pero quería saber cómo terminaba el cuento.  Quería saber cómo quería yo que terminara.  ¿Cuál iba a ser el desenlace? Estaba ansioso de saber qué era capaz de hacer, de si me iba a encontrar de nuevo con la Luz o qué.

 

- ¡En serio nene! Estás como un tarado todo el día escribiendo boludeces.

- ¿Boludeces? - dije yo - ¿Cómo boludeces?

- ¡Sssiii! Bueno, no, boludeces no, pero no le das importancia a tu familia.

 

Seguí concentrado en sus ojos, sólo esperando que se diluyera su firme postura, que casi siempre no cedía antes que la mía – y a veces la llevaba hasta la ofensa, primero de ella y luego mía. Intenté sacarle mi mirada, pero ella seguía parada ahí, firme.  Volvi hacia ella y sonriendo me dijo:

- Te amo. ¡Dale mi amor! Te prometo que de noche te dejo tranquilo. Quiero estar contigo ahora. – me decía.

 

- No importa que esté concentrado en este momento, ¿no? - dije como rezongando un poco.

- ¡No! ¡No nene, no me importa!

 

Seguí mirándola fijo, pero ya con una mirada resignada. ¡Es que la quería tanto que me ganaba siempre!

 

- Bueno. Está bien. Dejemos esta porquería. Ocupemos el tiempo en la familia. Si igual es sólo un libro más, un libro menos, un libro al santo pedo.

 

- No, mi amor. No es un libro más. Es tu primer libro. Nada más y nada menos.

- No, mi amor. Es un libro que jamás terminaré. Recién comienzo y no sé como seguir. No recuerdo el principio y nunca sabré el final.

- Quizás yo te ayude a terminarlo.

- ¡Y si me querés!, tú que me ayudaste a empezarlo, ¡tú me ayudarás a terminarlo!

- Si dale. Vení conmigo. Después lo terminás.

- ¿Y si nunca se termina? – dije yo.

- ¡Será porque hay AMOR!

 

- Te amo. – me afirmó mientras me ponía una carita de ángel única e inmejorable.

- ¡Yo también chiquita! ¡Lo único que sé es que la negrita del gomón se puede ir a la puta madre que las mil parió!

- ¿Qué? – preguntó sorprendida - ignorando que había dicho.

- No, nada, no importa. ¡Olvidate! – le dije mientras apagaba la computadora y me disponía a levantarme.

 

Cuando me paré y me torné hacia ella, me quedó mirando fijo, como esperando que le revele el misterio. Su mirada tenía magia, miraba con un poder impresionante.

 

¿Y el libro?

No tenía caso, jugaba con mi mente retorcida sabiendo que estaba matándome justo con mi propia medicina.

“TODOS SABEMOS MATAR CUANDO QUEREMOS AMAR”.

“TODOS SABEMOS AMAR CUANDO DE MATAR SE TRATA”.

“HASTA EL PEOR DE LOS PECADOS, SE HACE AMANDO UNO VAYA A SABER QUÉ”.

“POR ESTE MOTIVO, TODOS TENEMOS SALVACIÓN”.

“HASTA ESTA ALMA, QUIEN LES BRINDA TODO SU COLCHÓN”, PARA QUE REPOSEN TODAS SUS ANSIAS DE TRAICIÓN O DE AMOR. ¿POR QUÉ NO?

Sacarás lo bueno de lo malo que hay en ti de este libro. Serás tú el que juzgue que extraer de cada cosa. Serás tú el que veas en él tus propios valores dentro. Serás tú el que, analizándote a ti mismo, me estarías ayudando a mi. Serás tú el que me ayude a corregirme y a desarrollar mejor mi crecimiento personal. Tú – con este libro - serás capaz de ser tú mismo el resultado del mismo. Serás el espejo de mi propia agonía.  Quizás vos te quedes con la negrita, quizás te quedes vagando en la Ocuridad o pienses caminar en esa Luz que ilumina tu andar.

No crean que me creo todo lo que digo, hay veces que hasta hablo de más. Hay muchos de ustedes, que prefieren menos palabras, más sencillas, más directas, más católicas, más racionales, más cultas. Pero este soy yo, un simple escritor de vuestros enfados y alegrías. Pueden discutirlo. Pueden enfrentarlo. Pueden analizarlo. Lo pueden mejorar, pero no lo pueden cambiar jamás, aunque quieran. Este soy yo.

Aunque de las heridas se saquen conclusiones, ellas quedan para siempre; o ¿ustedes creen que el cabo de la escota de estribor que me dió un chicotazo en la espalda, quemándome viva la piel y produciéndome un dolor espeluznante e irritante, no lo siento todavía?; o ¿ustedes creen que no sigo viendo a la Oscuridad? ¿Ustedes qué creen?

 

Este es el Retrato de un Navegante Solitario, que ya tiene su camino marcado pero deberá de enderezarlo día a día - para no naufragar en esas aguas turbias.

No dependan de los demás. Menos de mi y de lo que soy capaz. No divulguen mis pecados, que de repente ya están a salvo. Miren para adelante. No chusmeen con más nada que con sus propias almas. Crean en ustedes, que en definitiva, son los actores principales de su vida. Amen con toda su alma, no guarden nada para después, que nos espera sino una difícil agonía.

Gánenle a todo. Gánenle a las malas energías. Gánenle a las drogas, que jamás podrán con nuestros valores. Valores que jamás nadie podrán vencer. Gánenle a la vida.

Crean en un Dios, aunque sean ateos y no crean mucho en ello, pues será el motor de nuestro espíritu por siempre.  Pienses en que Dios es sólo una palabra más, que es sinónima de Energía. Sólo eso.  Crean en que nosotros no nos vamos para siempre y abandonamos la Tierra y el Universo - con la Muerte - sin dejar nada acá. Piensen que somos energía y volvemos a encauzar la misma en otro cuerpo. Crean en lo que es creíble, crean en lo que está comprobado científicamente, como la misma Energía que llevamos dentro.  Crean que somos más que un cuerpo que transita por la vida gracias a un impulso extraño de energía - que nos hace y nos forma como somos. Crean en la Energía Divina del Valor Humano, la que nos hace ser felices por luchar por ideales - con grises y matices – desnudando el Alma para amar - sin mirar - a qué ni a cuál.

Son días y momentos casuales los que se tiene para escribir o plasmar lo que sabemos o tenemos dentro. Hay que aprovecharlos, pues después es tarde. Como ahora no me siento más que un eterno discípulo agradecido de la vida, los sigo a ustedes sin chusmear, mandando la pelota a la otra cancha, todavía sin saber jugar.

 

¿Ahora? ¡Ahora!

¡Ahora ustedes mueven!,

porque por más que mueva alguna pieza,

lo importante justamente es eso – el juego -,

y el rey siempre estará en jaque,

en el tablero de la vida . . .

Nada mejor que tener Valores y defenderlos.

Lo mejor que me pasó en la vida son mis amigos. Mis amigos son mi familia. Esa es mi familia. La familia es mi mejor amiga.

La familia es lo mejor que me pudo haber pasado en mi vida.

 

¡Es mi vida!

¡Mi familia!

 

___________________________________________________________

- Uhhhhhh, la Oscuridad, ¿qué hacés Negrita?

- ¿Yo? ¡Yo acá!  ¡Acá! ¿Vos?

- ¡Y acá!

- MMM ¿Me seguís teniendo miedo?

- A vos no, sólo a mi mismo le puedo tener miedo.

- ¿Y qué hacés?

- Acá. ¡Con mi flaquita linda! ¿Y vos? ¿Qué hacés?

- Nada. ¿Vamos a tomar una?

- ¡Esperá Negrita! ¡Primero mi familia! ¡La Luz de mi vida!